PUNTEOS, LOOPS Y DEMASES: el juego verdadero

JAZZTICK
Plaza de Armas de Santiago
jueves 1 de marzo

Weichafe ya decían: la historia se escribe en la calle. Al pisar San Francisco, en Pudahuel, de pronto llegan los ecos de un saxofonista que hace un tema cebolla de no recuerdo quién. Muzak de ascensor del más chirriante. Horror de mis horrores. Justo lo que no quiero, tan desagradable como prestarle las orejas y el rabo a "Dura", el hit del verano a cargo de Daddy Yankee. Al haber rajado de allí, tomando el Metro hasta Plaza de Armas, se escribe otra historia también sorpresiva, pero mejor: en el Odeón de la susodicha está una banda de jazz fusión que versiona a su manera piezas de videojuegos. Se llaman Jazztick, y adornan su entrega poniendo peluches de Sonic (ese personaje de los juegos de Sega) y Pikachu. En mi ignorancia casi absoluta (yo he llegado hasta la tortuga del Logo Atari y los Tetris a pilas baratos), sólo reconozco la musiquita del viejo y querido Super Mario Bros. Lo demás es asunto de ñoños dedicados a tutiplén a investigar en ese mundo singular. Y sin embargo lo de Jazztick queda como un ejercicio libre que no requiere credencial de conocedor para gozarlo. Habitualmente tocan en ese mismo plató, o en otros puntos callejeros del centro de esta capital. Para el aplauso merecido quedan los solos de un saxo nada neutro (aproximación free detectada) y de batería (con el muchacho en plan "Get ready" mientras sus compañeros recolectaban las monedas de cooperación, como si de una misa esto se tratara), momentos que justificaron quedarse a la horita de colación a disfrutar de ellos. Cuando el juego se hace verdadero, las fronteras de puntos, niveles, callampitas o dragones son sólo anécdota. Si usted llega a encontrárselos, quédese a escucharlos, sea o no sea gamer.