02 julio, 2010

INFOLIOS DE ESTE TIEMPO Y OTROS: caballero desgarrado

Recuerdo haber visto, durante principios de la década pasada, a algún muchacho que tenía en sus manos un ejemplar de CABALLO NEGRO (Ediciones del Gallo, 2000, prólogo de Raúl Zurita, post-prólogo de José-Christian Páez), poemario de Diego Valdés Ramírez. Por eso decidí comprarlo hace unos días, y en una fila de banco aproveché de recorrer las más de 50 páginas que posee. Zurita, en una nota breve, nos hace saber que Diego escribió estos versos a los 17 años, o sea, un año antes de publicarlos. Se puede leer como un solo canto de amor/desamor, en el que cabe todo el desgarro vital posible, caben todos los ruegos lacrimales, y donde se destapan las confesiones más intensas. Por ejemplo, en "Caída": Yo tuve una mujer ingrata,/no era mala,/pero era ingrata; y más adelante, yo no amo para matar el tiempo. Para que el hilo sea más grave, aparecen fragmentos en prosa cursiva. El tono general navega por las aguas del malditismo clásico, sin ser tan Rimbaud, soltando un aire nerudiano que, cual arma de doble filo, complica un tanto la lectura (el primer verso de "Ensueño" parece de los 20 POEMAS DE AMOR...), haciendo que salgan rellenos prescindibles como "Por ti" y "Eres", pero en la impresión final, CABALLO NEGRO queda como como una obra creíble, con un par de buenos desvíos argumentales: "Pesadilla de amapolas" y "Para mis muchachos". Parafraseando lo que Valdés Ramírez escribe en "Pasa el tiempo", sí rescatamos lo que no apaga su luz sentimental aquí.

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