01 septiembre, 2009

PUNTEOS, LOOPS Y DEMASES: Los Picantes, la lengua popular chilensis

Todo comenzó con un demo que Claudio Prado grabó, en plan broma, mientras producía un disco de Douglas: era un vals peruano despechado, con su buena dosis de palabrotas. Prado se lo mostró al intérprete de "Enamorados", quien se murió de la pura vergüenza. Luego, esa grabación se filtró en la web, y los que la escucharon se cabeceaban pensando quiénes eran los que cantaban eso; ya que lo encontraban muy picante, terminaron por bautizarlos espontáneamente como Los Picantes. Tanto el Rumpi como Eduardo Bonvallet incluyeron "Falso amor" en sus espacios radiales, tocándola casi a diario. A fin de cuentas, tal difusión causó que Los Picantes aparecieran con un primer álbum, SIN PELOS EN LA LENGUA (Rever/Leader Music, 2003), que francamente es lo mejor que han grabado. Luego vinieron DOS CARAS DE LA MONEDA (2004) y un disco enfocado en la cueca, tras lo cual se generaron disputas muy agrias entre Prado y Rodrigo Anglés por los derechos sobre el nombre de la banda, que terminaron con Anglés como único líder actual; ya sin Prado, EVOLUCHON (2008) fue su más reciente producción.

Volviendo a SIN PELOS..., el álbum que vine a revisar, es un compendio de canciones que pueden provocar carcajadas intensas hasta en el menos dado a la risa chucheta, y reclaman su derecho a ser rememoradas. Por ejemplo, están la ya citada "Falso amor" sobre un affaire poblacional que se trunca al meterse un tal Evaristo Moya (y que acaba a cuchillazos), "La horita de colación" y sus alusiones a los hábitos lujuriosos de mediodía entre oficinistas, la historia del "Papito corazón" que deja 100 bebés sin reconocer, el testimonio de maltrato en "Hueona una vez" (Prado haciéndolas de Gloria Gaynor, oh), "El golazo" que una chola le encaja a un pobre diablo, "La trepadora" (cuyo afán por ascender a punta de ofrecer su piel es irritante), el tango "Che tu madre" (lo de la tal Mafalda gritando en cada polvo me recuerda la peli ADICTOS AL AMOR), "La tortillera" (o cómo tropezar dos veces con la misma piedra invertida), "Mostazeros" (sic, no hace falta explicar) y "El catrasca", entre todo el cancionero picante. Casi al terminar vienen tres cuecas: una donde Claudio Prado enseña a bailar tal ritmo criollo, otra dedicada a Yerko Puchento (ese personaje farandulero que interpretaba Daniel Alcaíno en espacios de Canal 13), y una tercera sobre una vieja que también gusta de los chismes. El cierre definitivo llega con la versión discotequera de "Falso amor", la cual le guiña los dos ojos al "¿Qué pachó?" de González y Los Asistentes. Mención aparte para las imágenes de portada y contraportada: en una, aparece una lengua, y a un costado la típica letra A que la ANATEL usa para tipificar programas de contenido adulto, pero que aquí significa a la mierda; en la otra, un hombre, supongo que Prado, tiene su cara tapada por una hoja de diario donde sale, y eso deja en evidencia la época en que se hizo el disco, un aviso de Protagonistas de la Fama. Allí tienen buen ají para su picante.

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