21 abril, 2008

PUNTEOS, LOOPS Y DEMASES: Marillion, el lado amable del rock progresivo

A estas alturas, todo aquel que manifieste su preferencia por el rock progresivo debe ser mal mirado, como para que te digas, cual James Murphy (LCD Soundsystem), I´m losing my edge. Si cuando los ladrillos de Yes y Genesis estaban frescos, hasta el propio John Peel (Q.E.P.D.) hizo lo posible para hacerles el quite.

Personalmente, no le veo la desgracia a reescuchar esas odiseas. Claro que no me remitiré a hablar de lo más denso, sino de un grupo que actualizó en los ochentas esta vertiente, agregando un matiz melódico. Me refiero a Marillion, quienes toman su nombre del Silmarillion, novela de J.R.R. Tolkien, muy previa a la trilogía famosa del Señor de Los Anillos (más ladrillos, oh). Fish fue su vocalista hasta 1988, hombre con un timbre parecido a Peter Gabriel y Phil Collins, voz reconocible en el archiconocido baladón "Kayleigh". Un disco de sus primeros años, su etapa clave, fue CLUTCHING AT STRAWS (EMI, 1987), que parte hilando tres cortes: "Hotel hobbies", "Warm wet circles" y "That time of the night (The short straw)", donde comparten protagonismo la voz de Fish, las guitarras y el piano, hasta desembocar en coros femeninos y una filtración de talante framptoniano. "White Russian" es un alegato referente a cierta tensión poítica de la época, con metralletas UZI en cada esquina y una pregunta: Where do we go from here? (el título también es el nombre de un trago), más una cajita de música que reitera los acordes del coro. Luego suena "Incommunicado", el track más ubicable del álbum, tan tenso como tarareable. Para el que desee un baladón, "Sugar mice" lo es, ese tipo de ruptura amorosa donde el hombre se declara culpable, a lo Puma Rodríguez. Subrayemos también la placidez de "Going under" y "Torch song". Con 21 años de antigüedad, CLUTCHING... merece respeto; algo de eso lo pensé mientras lo vi en los estantes de B Music, en el Mall Plaza Vespucio. Marillion siguen haciendo cosas hasta hoy, pero más que nada para su séquito perpetuo. Más valió remitirse a lo necesario.

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