Había una vez un aviso televisivo de un analgésico donde un charro, con su sombrero y su guitarrón, le cantaba una serenata a una tal Dolores. El cuate repetía una y otra vez: "Dolores, Dolores, Dolores". Hasta que la aludida le tiraba un baldazo de agua.
Esa pieza publicitaria aparecía en las pantallas chilenas durante los años en que una banda irlandesa como The Cranberries era grito y plata, unos beneficiarios del vuelito que las disqueras grandes le daban a nivel de presupuesto a bandas "alternativas". Estaba en su naturaleza aunar los aires de The Smiths con los punteos solemnes del dream pop, más algún arrebato punk. Su vocalista se llamaba, justamente, Dolores O´Riordan, muchacha nacida en una familia católica, con una madre poco sensible que no supo leer los problemas que esta niña experimentaba. La joven Dolores sufrió abusos sexuales entre los 8 y los 12 años, cargaba con el fantasma de la anorexia y fue diagnosticada con trastorno bipolar tras un incidente en un avión. Una vida difícil que tuvo que sobrellevar, mientras la bola de nieve del éxito comercial crecía.
Los Cranberries fueron ídolos con mucho material de primera, entregando en 1993 su álbum debut por Island Records (entonces parte de Polygram, hoy una rama grande de Universal), titulado EVERYBODY ELSE IS DOING IT, SO WHY CAN´T WE? (Si Todo el Mundo lo Está Haciendo, ¿Por qué no Podemos?), con "Dreams" y "Linger" como caballitos de batalla. Entre los tópicos tratados en las letras cranberrianas estaba la guerra y el sufrimiento de los más vulnerables, con énfasis en los niños. Piensen en "War child" o "Bosnia", o mucho más en "Zombie", que pone el foco en los conflictos armados de la propia Irlanda, con el Ejército Republicano, el temido IRA, como fuerza protagónica. It´s the same old thing since 1916, canta Dolores, tal como lo leí en el Cancionero Coca Cola que aparecía en la Revista Rock & Pop. Otra destacada del songbook de los irlandeses era "Salvation", postal punk sobre la alienación contemporánea. La frontwoman cantaba algo así como: "A todos los padres que no pueden dormir: aten a sus niños a la cama y ahórquenlos". Miedito.
A principios de esta década, Dolores O´Riordan se separa de su esposo, y más tarde intenta suicidarse sin conseguirlo. En el último tiempo estaba grabando un disco con sus compañeros (el año pasado sacaron por BMG el SOMETHING ELSE, un acústico con reversiones de sus clásicos más 3 canciones nuevas, el impulso preciso para seguir adelante), pero la muerte dijo otra cosa. El lunes 15 de enero ella se desplomó cuando estaba en un hotel de Londres. Qué le vamos a hacer. Se apagó una voz icónica del lado triste e introspectivo de la música de los 90, la respuesta al despiporre de cierta electrónica como lo decía ayer Juan Andrés Salfate en el matinal HOLA CHILE (La Red), o al menos una expresión de esa Primera B que pudo matar su hambre como consecuencias del éxito de Nirvana y Pearl Jam. Sus gárgaras caprinas fueron otra forma de la belleza quebradiza, de esa sensibilidad que unida a los compases del esquema "loud-quiet-loud" patentado por Pixies hizo historia. Mónica Rodríguez, líder del proyecto Monik, le debe. Hasta la cantora Vasti Michel queda en deuda con ella, en el mejor sentido. Y uno mismo también agradece haber podido escucharla, guardando con cariño un DVD que me gané por escribir un e-mail a la Rolling Stone local (esa "carta del mes" iba sobre Javiera Mena y Fran Valenzuela, en un número con Bob Dylan en portada y OutKast como disco del mes, no está mal). Se trata de la variante visual de STARS: THE BEST OF THE CRANBERRIES 1992-2002 (Island, 2002), compilado con el que celebraron 10 años del comienzo de su etapa exitosa. Clips como los de la citada "Zombie", "Ode to my family", "Salvation", "Free to decide", "When you´re gone", "Promises" o "Animal instinct" son obras de arte que trascienden su condición de cortos promocionales.
Las últimas informaciones dicen que Dolores será enterrada en Limerick, su ciudad natal. El Dios en el que ella creía, al punto de visitar al Papa Juan Pablo II, y cantar el "Ave María" de Schubert con Luciano Pavarotti, cuidará de su descanso por mucho tiempo.
LA JOVEN DOLORES HA MUERTO.
¡QUE VIVAN LOS CRANBERRIES!
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