MINIMALIAS Y MAXIMALIAS: el pasaje del Transantiago vuelve a subir

A mi modo de ver, el tema más importante de hoy domingo es algo que no da gusto tener que contar o escuchar para nada. El pasaje de locomoción en nuestra capital vuelve a subir en 10 pesos, quedando en $610 para los buses del Transantiago y en el Metro a punto de alcanzar la barrera de los $700 en horario punta. Desde su implementación en febrero 2007, el plan Transantiago se ha vuelto una piedra en el zapato de la gente humilde que vive en esta ciudad. En ese año la tarifa sólo era superior a los $350, y 7 años después ha aumentado de manera radical hasta llegar al precio que se alcanza hoy mismo. Y parece que nada cambia, salvo por las modificaciones de recorridos en la marcha para aminorar los trasbordos entre alimentadores (los buses con letras) y los troncales. Ni Iván Zamorano ni Tulio Triviño ni Willy Sabor nos han hecho creer completamente en esto. Hay quienes se suben a las micros y no pasan la Bip porque dicen que así critican lo injusto que es este sistema. Lo siento en el alma, pero no creo que sea lo recomendable. Yo tengo cash suficiente para cargar mis tarjetas y me subo como cualquiera, pero de todos modos siempre he sido un crítico de esta zarandaja; por algo participé en Transanfiasco en 100 Palabras, el proyecto de Centro Alerta que dio como resultado el librito TRANSANFIASCO: 50 CUENTOS BIP! que publicó Quimantú en 2012 (hay dos aportes de mi mano, microcrónicas que apuntan al historial doloroso del plan). Para que la cosa sea menos cabrona deberían pasar dos cosas: 1) que el pasaje bajara de precio por lo menos 60 pesos en una instancia primera; y 2) que tal como prometió un ex ministro de Piñera los buses oruga, esos mamarrachos peligrosos no aptos para transitar por Santiasco, sean eliminados de una puta vez. Que el Gobierno bacheletista actual anuncie que va a gastar más plata en mantener esta modalidad no ilusiona a nadie. Al menos a la chusma sacrificada no.