PAPELERÍA (o poesía): Láminas de placer (primera tanda)

1

Verte para mí no es mirar un cuadro

cuyos detalles sólo son detalles

perdidos en el humo de las calles

sin vigor ni pasión, fuera de cuadro.

Verte sí significa ver un cuadro

cuyos detalles son calles abiertas,

espejos, señales ricas de alerta,

imanes que van a expandir el cuadro

cuando me sonrías, cuando tu cuerpo

reinvente sus colores y me invite

a completarlos. Clase de pintura

inusual será ésta en que tu cuerpo

es lo más glorioso, es un confite

que se hará mayor en la noche impura.

2

Tocarte es eso que jamás tendrá

representatividad real en esas

canciones cursis, calugosas, lesas

que el vulgo tiende mucho a escuchar.

Tocarte es el momento radical

por muy fluido, por ser obra gruesa

y fina a la vez, un campo de fresas

que de momento, creo, no tendrá

fecha de vencimiento. Tú me tocas

y se hace la luz, y en mí la bruma

mientras paso las horas aferrándome

a ti, a tu carne que se mece loca

lejos del radar de las vacuas sumas

-tú sumas y multiplicas besándome.

3

Te sacaste la ropa. Un brillo claro

es el que viene de tu piel tan libre

después que esos paños dieron amparo

cuando en el empedrado iban muy libres

tus piernas, por la calle intransitable.

La que se desata, la que eres tú

en este rico rol tan saboreable

se me pronuncia lejos del tabú

porque en mi cabeza sólo hay espacio

para aprobarte por real, desnuda

y dispuesta a morderme sin prefacio

porque lo que no es falso es lo que suda

y sangra y grita un nombre entrecortado

que es el tuyo, mujer, glorificado.

4

Decirlo en imperfecto castellano,

en flemático inglés o en alemán,

en galo raso o en buen catalán,

en arameo, latín o en italiano

siempre será, lo sé, quedarse corto

a la hora de reconocer que llegas

con una fuerza singular. Vas llena

de excitación, por eso ya me corto

sin saber cómo seguir tu lenguaje

que ni el glíglico cortazariano

me asiste. Lo dejamos sin palabras

entonces, parlotear sería un ultraje

cruel. Acepto ir silente de tu mano,

gimiendo, susurrando en tu jugada.