INFOLIOS DE ESTE TIEMPO Y OTROS: las sábanas de Diana

La señorita Diana Massis es una periodista que estuvo bastante tiempo en Madrid, más que nada siendo corresponsal de TVN en tierras ibéricas, y aportando su pluma para un par de revistas. Pero los que hasta hace poco la ubicamos más, lo hacemos por su labor de conducción, junto al señero Augusto Góngora, de HORA 25 (del mismo canal ya citado), y por colocar su voz en una canción de 31 Minutos llamada "Mi muñeca me habló".

Para considerar todavía más y mejor a Diana, hay que revisar las páginas de su primera novela, SÁBANAS ROJAS (Aguilar, 2005). En poco más de 160 páginas nos presenta una historia de latinoamericanos en Madrid, tratando de buscarse la vida mientras luchan con sus fantasmas y otras tribulaciones. Eulalia Dulcificación, señora colombiana de casi 60 años, se decide a pagar por sexo, y a tratar de reconquistar su parte sexual vía teñido de pelo, compra de sábanas y otras acciones afines. Catalina Dupont es la cabrona de un servicio donde militan dos chilenos: Lucho Gómez y Cristián Mota; este último es quien debe satisfacer a la vieja. Su jefa llama a cada uno de los que trabajan para ella sexoservidores, para que vean que no será cosa menor ser puto. Mota, mientras se complica entre hacerlo y no hacerlo, se enreda con una argentina llamada Melina, rabiosa y apasionada, gustadora de intercambiar mensajes por cintas con su madre. La Massis aplica en estas páginas una soltura de fondo y forma que resulta sabrosa. Si hablamos del fondo, lo más estimulante está en el clímax del penúltimo capítulo. Las formas que elige se colocan en la vereda siempre noble de los recursos que usaron en Latinoamérica creadores como Guillermo Cabrera Infante, Mario Vargas Llosa y Julio Cortázar, léase el estilo libre indirecto y las escenas simultáneas, que en otras narraciones se dan contrastadas, pero tratándose de una historia que no es un mamotreto, cada situación conecta de maravillas. Diana escoge como epígrafe un verso de Gonzalo Rojas: Puestas al fuego todas las mujeres son pelirrojas, lo cual da a entender que en cada fémina, sea una pendeja de 15 o una señora de 75, hay un fuego ardiendo que no es menor. Las loas que Jorge Edwards y Rafael Gumucio han hecho de SÁBANAS ROJAS no son de postín. Las merece por completo. Y bien que así sea, en el nombre del placer.