El vaso medio vacío maldice al aire que lo limita.
El vaso medio lleno agradece el líquido cristalino con granos de arena que recibe.
El vaso lleno hasta los bordes teme perder el equilibrio.
Por su parte, el que sigue vacío
espera que lo llenen con cualquier cosa
ni tan traslúcida ni tan gris o aceitosa que le sirva
para definir una posición diferente
y no quejarse como los otros.
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