24 abril, 2015

PUNTEOS, LOOPS Y DEMASES: arañazos de culto que han dejado huella


SLINT
Spiderland
(Touch And Go, 1991)

/POST ROCK PRIMERIZO/ Pasó de ser un álbum ignorado en los primeros noventa en medio de la locura grunge/alternativa apañada por sellos grandes a convertirse en disco de culto, en pieza fundamental para el desarrollo de varias otras vertientes, en fuente de inspiración para otras bandas. Ya decían que la Velvet Underground cuando estuvo en activo vendió muy poco, pero quienes sí adquirieron ese material de la banda do militaron Lou Reed y John Cale terminaron armando sus propias bandas. Y con Slint la cosa no fue distinta. Brian McMahan, Britt Walford (esos dos antes integraron Squirrel Bait con David Grubbs, quien más tarde lideraría Gastr del Sol), Ethan Buckler y David Pajo, la formación titular de entonces, creaban el sucesor de TWEEZ, publicado en 1989 por el desconocido sello Jennifer Hartman, en unas sesiones que suelen documentarse como estresantes y difíciles, y en torno a eso siempre ha circulado el rumor que al menos uno de los componentes de Slint tuvo que ser internado en un hospital siquiátrico. La música que encontramos en SPIDERLAND (producido por Brian Paulson, cuya foto de portada la sacó otro personaje ilustre de la Norteamérica indie: Will Oldham, también conocido como Bonnie "Prince" Billy) es una juntura de momentos que van de la lentitud narcótica a la agresividad guitarrera de calado matemático, con un McMahan como protagonista vocal (salvo en "Don, Aman", donde es Walford quien toma el micrófono) casi sin quererlo, comportándose como otro no-cantante (bueno, el propio Lou Reed y Mark E. Smith (The Fall) también entran en esa categoría histórica), recitando de manera indolente o gritando como un alienado, otorgando mediante tal desaliño el tono preciso. Material nada de amable, tenso en su atmósfera, que alcanza su peak en temas como "Nosferatu Man", la traca más agresiva, inspirada a las claras en la imaginería del cine de terror; "For dinner...", instrumental de 5 minutos que sugiere un ambiente en la mesa donde todos quedan helados sin alcanzar a expresar lo que de verdad quieren decir; y el cierre con "Good morning, Captain", donde se basan en "La balada del viejo marinero" de Samuel Taylor Coleridge para una perla que dura 7 minutos y medio (la segunda canción más larga del disco, superada por los 8:50 de "Washer"), un constante sube y baja de acordes con esa impronta desganada que al final se rompe en pedazos con el último subidón de volumen y don Brian gritando I miss you! I miss you! de una manera rotunda. David Peschek, crítico musical del afamado diario inglés The Guardian consideró ese "Good morning, Captain" como el "Stairway to heaven" (Led Zeppelin) slintiano, y tal comentario no suena tan descabellado en realidad. Tras SPIDERLAND, Slint sólo sacó un EP homónimo en 1994 que incluía una reversión de "Rhoda" (originalmente en TWEEZ) y la inédita "Glenn". Nunca anunciaron su separación oficial, y durante el siglo XXI se han reunido algunas veces para tocar en vivo, conciertos que han coincidido con la reedición de su escasa discografía, en 2005 y en 2014. De los que han estado en Slint, dos son los que más han seguido muy activos. Brian McMahan formó The For Carnation, por ejemplo. Y David Pajo mantuvo los proyectos Aerial M y Papa M, además de sacar discos de cariz folk como Pajo a secas, sin contar sus colaboraciones puntuales para grupos como Tortoise, Stereolab, Matmos y Mogwai. Está claro que SPIDERLAND es una piedra angular para el post rock de guitarras, y también lo es para quienes han ido cultivando el slowcore, post hardcore, math rock o folk autista. Sin estos arañazos de culto no tendríamos otras incursiones lentas e inquietantes repartidas. Se le hace justicia.

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