INFOLIOS DE ESTE TIEMPO Y OTROS: un reportaje ficticio de García Márquez

Faltan días para que se cumplan 4 meses de que Gabriel García Márquez haya dejado de vivir, momento triste para el pueblo colombiano, para Latinoamérica y el mundo entero. Lo cual obliga a leer o releer cualquiera de sus obras. Como por ejemplo una que paso a comentar: CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA (La Oveja Negra, 1981; Sudamericana, 1998), por lo común señalada como una de sus mejores novelas. Gabo urde el relato como si fuera un reportaje, cosas de ser periodista, metiéndose en el caso de un tal Santiago Nasar, asesinado por los hermanos Pedro y Pablo Vicario. El día antes del crimen hubo una fiesta de matrimonio a lo grande para celebrar que Ángela, hermana de los ya mencionados, se casaba con Bayardo San Román. Horas después de la ceremonia, este tipo echa pie atrás al descubrir que Ángela no era virgen, agrediéndola (ni hablar de cómo su madre haría lo propio); Pedro y Pablo van donde ella, quien les menciona a Nasar como el supuesto causante de la pérdida de su virginidad, lo cual es tomado como una deshonra que según ellos había que vengar rajando al hijo de doña Plácida Linero con cuchillos para matar cerdos. El narrador es un amigo personal de la víctima y hermano de Margot, una joven que estaba enamorada de Santiago (y que más tarde se convertiría en monja), a pesar que él tenía un noviazgo formal con Flora Miguel. CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA, aparecido un año antes que su autor recibiera el Premio Nobel de Literatura, intenta abordar el hecho junto con las instancias anteriores y posteriores desde distintos ángulos, llevándonos a ver cómo muchos de los que estaban cerca del joven Nasar eligieron callar por la razón que sea, aumentando el misterio en torno a un crimen del cual sus hechores no se arrepintieron. Ese misterio que al juez instructor del caso lo llevaba a hacer apuntes literario-filosóficos en los márgenes de los folios. Este reportaje ficticio posee la exuberancia habitual del lenguaje garciamarquiano y una abundancia de personajes pelín cercana a la de una obra mayor como CIEN AÑOS DE SOLEDAD (1967); al ser impreso en letra mediana tirando a grande, por lo menos en las reediciones posteriores vía Sudamericana, se puede leer fluidamente. Joya donde la ficción parece realidad abrupta, sangrienta y altanera (como lo pone el epígrafe inicial de Gil Vicente), CRÓNICA... quedará como una muestra de por qué al bueno de Gabo hay que seguir tributándolo miles de veces más.