MINIMALIAS Y MAXIMALIAS: el hijo de Pablo Escobar y su frustrada visita a la Hacienda Nápoles
El 28 de marzo pasado, jueves santo para ser más exacto, se invitó al programa PRIMER PLANO (Chilevisión) a Sebastián Marroquín, hijo de Pablo Escobar Gaviria, fallecido narcotraficante cuya figura ha vuelto a ser considerada gracias a (o por culpa de, como usted prefiera) una teleserie llamada PABLO ESCOBAR: EL PATRÓN DEL MAL, que en Chile ha exhibido Mega. Tamaña entrevista en esa tribuna más dada a la farándula local fue todo un impacto verdadero, que anoche tuvo su réplica con un reportaje donde Francisca García-Huidobro acompañó a Marroquín a su Medellín natal, para intentar visitar la Hacienda Nápoles donde vivió Pablo, llegando a mantener allí animales más propios de las selvas africanas, gracias al abundante dinero de sus fechorías. Actualmente, ese lugar es un parque temático que, previo pago de una entrada, invita a recorrer cada rincón donde aquel personaje colombiano intentaba descansar. Previamente se había solicitado un permiso para que Sebastián y Lady Fran pudieran entrar, pero todo se fue a la cresta, porque él no está autorizado. ¡Con qué cara no lo dejan pasar, si es el lugar donde vivió y jugó cuando niñín, gentuza descarada que lucra sin asco con la figura de su padre! Amargo trance, pues. Luego también se visitó el edificio donde después tuvo que trasladarse, mientras su padre no estaba, el cual fue dinamitado de forma brutal. Lo mismo pasaron por el barrio en cuyos tejados Pablo Escobar fue masacrado, y el cementerio donde fue enterrado; recuérdese que en ese funeral había una cantidad enorme de gente despidiéndolo. En algunas de esas paradas, Fran tuvo que ir sola, pues Marroquín no se atrevía a salir del auto, por temor a cualquier reconocimiento negativo, o por la pena que todavía siente por su padre, al que le dejó un girasol en su tumba. Todo eso lo pudimos ver en las dos partes de un reportaje presentado por Rocío Marín, material complementado por lo que el propio Sebastián Marroquín hablaba en el estudio de un PP que en las semanas anteriores venía dando pasos irrisorios, como la presencia de una Matilde Bonasera lloriqueando por lo de su supuesta relación con el hijo de RaquelArgandoña (si te pones a llorar mientras muestras un escote de escandalera, eso es un montaje patético), o las maniobras de Anita Alvarado y Esteban Morais (lo del osito de peluche para Pamela Díaz suena a ridiculez por todos los costados). Nuevamente en las huestes de Lalala Camón (llámese también así a PP por el "S&M" de Rihanna, cortina irrenunciable) la cosa atrae. Es de agradecer que Sebastián haya seguido un camino distinto al de su padre, llegando a crear una línea de vestuario que ocupa imágenes suyas (su carnet, su tarjeta de crédito), tratando de buscar otro significado. Porque él deseaba que su progenitor fuera un hombre de paz. Ojalá siga en el mejor rumbo posible.
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