MINIMALIAS Y MAXIMALIAS: una oficina del SII es incendiada por bombas molotov

Ayer hubo una especie de apostilla de los actos vandálicos que ocurrieron dos días antes, durante una marcha conmemorativa del crimen del joven mapuche Matías Catrileo. Ese miércoles, un bus troncal del Transantiago fue quemado, y la misma suerte corrió la moto de la carabinera Jacqueline Urbina -por suerte, no pasó lo mismo con la mujer, que tuvo que mamarse ciertas amenazas-. Durante la jornada del viernes, frente a las dependencias de la Universidad de Santiago (USACH) aparecieron encapuchados con sus barricadas y demases elementos. Algunos de esos energúmenos fueron más allá, y lanzaron dos bombas molotov a la oficina Santiago Poniente del Servicio de Impuestos Internos (SII), ubicada en Romero con Chacabuco, lo cual ocurrió cerca de las 21 horas. Cuando pasaba esto, 8 funcionarios se encontraban todavía en el lugar, los cuales escaparon de las llamas. Un cuerpo de bomberos alcanzó a apagar el fuego, que no llegó a los pisos superiores. Ya, hay que rebelarse contra el capitalismo salvaje, y cuestionar a la autoridad y otras cosas por el estilo, pero eso no significa que haya que quemarlo todo. Protestar no significa salir a agredir por agredir. Si fuera por eso, aplaudiría lo que hizo Carolina Zúñiga con el piloto del avión Iberia y con el tipo de la PDI. No poh. Hay máximas de la extrema izquierda y del anarquismo sumamente interesantes y sensatas, pero hay otras que yo no sigo ni cagando (como eso de decir que no hay que ver tele ni leer diarios, perdónenme...). También es cierto que en las protestas se meten a huevear, a tirarle piedras a los pacos y a quemar cosas mocosos que no saben ni limpiarse el culo, que no saben ni quién es Lenin o Fidel Castro ni Salvador Allende, y dejan la cagá. Separemos la paja del trigo.