El poderío de un calzoncillo
reside por lo común
en sus colores opacos, claros
o derechamente brillantes
que muestran o sugieren lo que sea
detonador de fantasías y realidades.
Pero si hablamos del calzoncillo jetón
el punto estético pasa a segundo plano:
las costuras que se salen y el elástico
exigido hasta las últimas consecuencias
son lo que lo deja como
un objeto de deseo especial
al menos para quienes no tienen
demasiado que ostentar pero
quieren que se note el esfuerzo,
el trajín de ir de un lado a otro
para culminar frente al espejo
de la vanidad modesta
o frente al abrazo de esa mujer
que también desconfía de los ribetes
tópicos y entrega su corazón abierto
en paños menores que ya son mayores
por honestos.
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