PAPELERÍA (o poesía): Del impostor

Érase una vez un impostor tan extraño
que cuando tuvo que explicar su actuación
no sólo dijo que el que estaba allí no era él
-fue más lejos asegurando que al moverse
esa calle era otra calle, que el árbol esquelético
era más gordo, que el vaso tenía jugo de mote y no
ron cubano, que las paredes del edificio en esa esquina
eran verdes y no negras, que el agua de la fuente
tenía murciélagos, que el sol de ese día
apareció quebrado y sus rayos se sentían apenas
y que los policías que lo pillaron chanchito iban vestidos
de reptilianos. Toda cosa era otra cosa, él era otro.
Como el rumbo de este mundo se ha vuelto extraño
no me sorprendería que al final
                                                  todos le crean
y a los que dudamos nos tomen por imbéciles.