5-5-2010, EL DÍA EN QUE LUCHO BARRIOS SE FUE AL CIELO

Si la muerte de Sandro fue una pérdida potente para la música popular sudamericana, la de don Lucho Barrios no le va a la zaga; es igual de dolorosa, o más que eso. El cantante peruano falleció ayer, a las 7:32, en un hospital de Lima, a causa de un paro cardíaco. ¿Por qué se aprecia tanto a Lucho? Él fue uno de los grandes intérpretes de boleros, desde mediados del siglo pasado; le dio al vals peruano personalidad y sustancia emotiva, y supo tocar las fibras del corazón con una voz única. Durante una de sus estadías en Chile, firmó por la sede local de EMI, y desde entonces su carrera internacional alcanzó más vuelo. Mas lo que acrecentó de veras el abrazo entre Barrios y esta nación, no hay duda, fue cómo barnizó con su timbre "La Joya del Pacífico", canción compuesta por Víctor Acosta en torno a Valparaíso, puerto principal, un himno que engrandeció por igual al lugar de cerros varios y al bolerista. Para mí no es un cantante cualquiera tampoco, si me remonto a la medianía noventera: durante esos años de brit pop, trip hop y grunge, en el entorno familiar se escuchaban muchas canciones suyas, en alguna cinta copiada. Hasta el día de hoy tengo un máximo respeto y una devoción por lo que él hizo brillar por desgarro, por intensidad, por amor y/o desengaño. Por eso mismo, me sentí enormemente feliz cuando lo pude ver en la Quinta Normal, cerrando una fiesta ciudadana de la saga Chile, +Cultura, durante diciembre 2008, un domingo en el que yo venía de oír a Fran Valenzuela en Sala SCD Vespucio; ahí estaba, muy dispuesto a cantar y a propiciar el karaoke más sincero, alargando "Mi niña bonita" y "La Joya..." con esos propósitos, y complaciendo a los que pedían "La botella". Cuando Lucho mandó un saludo a Radio Uno, me parece que fue el año pasado, decía: Gracias por acordarse del Cabezón. En el fondo, siempre nos acordaremos de él, y más ahora que se fue al cielo. Nuestros hermanos peruanos nos dieron la chance de reconocer a Lucho Barrios, de apreciarlo en toda su magnitud cebollera (mote que él no ninguneaba), y les agradecemos, porque muchas veces parecía que él fuera casi chileno; o sea, su música fue un estupendo vaso comunicante entre dos naciones. ¡Gloria al bolero de verdad! ¡Gloria a Lucho Barrios!