Alberto Fuguet y Edmundo Paz Soldán, hace casi una década, decidieron abordar la inclusión de los latinos en Estados Unidos a través de una antología llamada SE HABLA ESPAÑOL. VOCES LATINAS EN USA (Alfaguara, 2000). En ella se presentan cuentos o fragmentos narrativos de autores que residen o residieron allí, o que han hecho carrera universitaria, o que incluso han escrito en inglés, como Junot Díaz, Silvana Paternostro y Giannina Braschi. Yendo al prólogo, es inevitable recordar lo que pasó con MCONDO (1996), otra selección de textos latinoamericana, armada por el propio Fuguet y Sergio Gómez: cuando el primero declaró que el realismo mágico de García Márquez estaba obsoleto, y que lo escrito por entonces no le debía, muchos lo señalaron como alguien que mandaba a parir a Gabo; ¿era para tanta alharaca? En esta introducción, el chileno y el boliviano se aventuran a indagar en una Norteamérica donde el castellano pretende ser lengua corriente. Parten citando a José Martí, y más tarde se preguntan: ¿puede alguien hoy -de verdad, sin posar- no tener nada que ver con USA? Y se responden: Quizás pueda uno quererlo, pero es poco menos que imposible lograrlo. Luego, y aquí está el punto clave, exponen a Carlos Fuentes y José Donoso como ejemplos de autores que han imaginado la latinidad in the USA, pero con la tara de caricaturizar a los gringos más de la cuenta; según los análisis, el mexicano establece que Norte y Sur nunca se encontrarán, excepto en los sueños, mientras que Donoso usaba el recurso para representar una simbólica venganza, ejerciendo el derecho de invadir. O sea, que no veían intercambio flexible. Como contraparte hablan de Manuel Puig, argentino que se empapó de cierta cultura pop yanqui, abriendo un camino.
Tras esos párrafos está el recorrido coast to coast, que tiene varios textos destacables, como el "Pequeño diccionario Spanglish ilustrado" de Gustavo Escanlar (muy gracioso), "Flores" de Mario Bellatín (macabro), "La manera correcta de citar" de Pablo Brescia, "We´re not in Kansas anymore" de Julio Villanueva Chang, "Teoría de juegos" de Jorge Volpi (el relato más clásico del lote), "Xerox Man" de Ilan Stavans (¿Borges actualizado?) y "El continente de los elogios" de Naief Yehya (lúcida sátira de los tics del mundillo literario). Paz Soldán aporta con "Faulkner (Viaje a Oxford)", bella postal de un reencuentro entre padre e hijo, y Fuguet entrega "Más estrellas que en el cielo (Cortometraje)", texto ambientado en una cafetería de Los Angeles, California. Otros narradores chilenos que asoman son Alejandra Costamagna ("Santa Fe"), Alfredo Sepúlveda ("Ángel de la guarda") y Lina Meruane (la extrañeza de "Tijeretazos").Curiosidades: 1) en el texto del uruguayo Escanlar aparece un personaje tricolor que vende ropa de lana, a quien el narrador le vocifera: huevón hijo de puta, andá a cantarle a zamorano (sic); 2) Ángel Lozada pone, en "No quiero quedarme sola y vacía", que a su protagonista gay, presentado como La Loca, De vez en cuando le salía un acento chileno; y 3) en ese mismo cuento, él/ella se masturba mirando fotos de Ricky Martin, líneas que me toca leer justo ahora que ese hombre ya asumió su condición de forma pública. La frontera English-Spanish está abierta, a pesar de todo.
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