Hablar de una experiencia en otro tiempo
sonaba a momento contundente,
a unos pasadizos rocosos que
iban mordiendo las piernas a quienes
subían, observaban y llegaban donde
los suyos para tener algo grande que contar.
Hoy las experiencias musitadas son
paseos asépticos, idas infladas a ver
dos o tres mármoles o cinco cuadros, sacar
fotos y presumir de cierto descubrimiento.
Dirán que los años nuevos son vacíos
y sus experiencias inmaduras.
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