MINIMALIAS Y MAXIMALIAS: Piñera se cree poeta y no salva a nadie

Ayer en el Palacio de la Moneda se vivió otro episodio de la teleserie chilena del momento, esa donde el Presidente Sebastián Piñera sigue demostrando que es un desastre, alguien que frente al sentir y el pensar de la ciudadanía perdió toda credibilidad, y eso ha llegado a ser más terrible desde el estallido social de octubre, al validar la aplicación del toque de queda durante una semana, en días donde hubo vandalismo, y la respuesta de Carabineros y de las Fuerzas Armadas fue reprimir y masacrar a quienes no tenían nada que ver. Ahora que el coronavirus suma cada vez más infectados, Piñera no ha decretado cuarentena total, prefiriendo una preventiva, algo que permite a los que lo necesitamos movernos para hacer compras y otras actividades, y justamente ayer volvió a aplicar el toque de queda entre las 10 de la noche y las 5 AM de hoy, algo que seguro hoy se reitera. Como remate de lo determinado, el mandatario con el más bajo porcentaje de aprobación desde el fin de la dictadura de Pinochet hizo un discurso (ver arriba) en el que hizo énfasis en estos anuncios, y se dio vueltas y vueltas tratando de hilar un mensaje conciliador de cara al país que es un cuenco tan vacuo como las obras completas de Pilar Sordo. Dicho de otra manera: Sebastián Piñera se cree poeta, pero poeta de quinto orden. Y así no salva a nadie. Con razón lo putean en las performances, le gritan en el estadio, o lo recuerdan con rabia en el último Festival de Viña, que para ultrones momios como Checho Hirane fue una ordinariez, como queriendo decir que Mon Laferte o Francisca Valenzuela son poca cosa. No es cuestión de ser flaites o irrespetuosos: es que este bracitos cortos la embarra parejo, y Jaime Mañalich, su Ministro de Salud, está en las mismas al mandarse una frase espantosa, esa donde pregunta qué pasaría si el coronavirus muta y se vuelve bueno. Está pasando, y nos da náuseas.