PAPELERÍA (o poesía): Homenaje al Divino Anticristo

Por una vez en la vida el acto de ir por las calles con un carrito de supermercado
no fue un guiño ultracómplice al consumismo kamikaze, fue más bien
un vehículo que ayudaba a transportar todo aquello que en un momento dado
sufrió rechazo, fuese de vidrio o de metal, y también esos delirios
que este hombre iba armando con las palabras, jodidas palabras
que le quedaron de sus pasantías por un par de aulas. Él tuvo
su casa como todo hijo de vecino, mas el fuego que no perdona
se metió con ella y la dejó inutilizable. Tuvo que rearmarse a sí mismo,
¿pero cómo? Vagando por las calles y entregándose a su necesidad
de verse como el personaje que era, con el paño sobre su cabeza,
con el delantal gris, con el vestido que no daba mucha cuenta
de alguna apetencia homoerótica, al menos en apariencia.
Redactaba a mano y/o a máquina, como en los tiempos idos,
manifiestos que por lo alto eran delirantes, y por todo lo altísimos
eran reveladores y realistas: cuando decía
que las páginas de la prensa XXL sirven para limpiarse
el culo tenía razón, eso sí que es realismo
sin abandonar su nave madre del delirio, su ars poetica, su
ars vivendi, su arte de morir
o de estar ready pa ello. Divinísimo Anticristo Superstar,
sólo espero que el Cielo de los Desprejuiciados te acoja
y te tribute eternamente. La calle fue tu lugar
y la calle nunca te olvidará.