PUNTEOS, LOOPS Y DEMASES: consiguiendo el diálogo entre vanguardia y tradición

BON IVER
I,I
(Jagjaguwar, 2019)


/POST POP/ No cuesta mucho detectar en el universo bizarro de quienes hacen crítica musical, con o sin goce de sueldo, cierta clase de clichés. Uno de ellos se ha establecido a costa de Radiohead y esos álbumes con los que rompieron sus propios esquemas: KID A (2000) y AMNESIAC (2001). Cuando una banda o un solista saca un disco raruno, enigmático, de cuño autista, se dice que ese es su Kid A, y si el sucesor inmediato resulta ser una variante menos intrincada, se dirá que parió su Amnesiac.


Y en efecto toca usar la analogía radioheadiana manoseada para hablar de Justin Vernon, el hombre tras la chapa de Bon Iver con la que ha enfrentado el crudo invierno del desamor en FOR EMMA, FOREVER AGO (2007) y ventilado sus estancias en BON IVER (2011). Una fase de confusión tras ganar dos Grammys dio vida al esquivo 22, A MILLION (2016): dobleces, números y letras herméticas hacían causa común allí, agregando el autotune a pelo que parece heredado de su amiguete Kanye West. 


Y este I,I (léase I Comma I es el capítulo Amnesiac en la hoja de ruta de Bon Iver, la mirada de unos ojos que ven menos borroso hasta que el encuentro con los chispazos de la vida anterior va dejando nuevas pistas, nuevas preguntas, una línea flotante que consigue el diálogo entre vanguardia (otra cosa manoseada) y tradición. Porque en I,I se da la magia para que llegue James Blake a colocar su toque en "IMI". O para que asome Bruce Hornsby, el mismo de aquel hito ochentero con The Range que fue "The way it is", y ayude a levantar "U (Man like)", uno de los momentos más subrayables de un álbum brillante desde que parte con el skit electroacústico "Yi" hasta que echa el cierre con "Rabi". Vernon ha vuielto a poner las fichas de su lado en una mesa de disección que funde y confunde folk, R&B, electrónica a la contra, canción de autor sin muletillas inmediatas, religiosidad... Menos no se espera de él.