Ayer estaba en Catedral, y vi una masa de humo a lo lejos. Como la tónica de estos días ha sido la sucesión de marchas y protestas, pensé con angustia que otra vez lanzaron una bomba lacrimógena, no una canción de Alberto Plaza sino ese elemento que la fuerza policial utiliza para disolver a las masas que están en su derecho de manifestarse. Menos mal me equivoqué: eran las señales de los peruanos que en plena esquina del Correo preparan salchipapas, pollo crocante, papas rellenas, caldos. Me fui en una micro que pasaba por la misma calle.
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