Yo fui un joven guillierista, cuando él era parte del panel de TOLERANCIA CERO, y entre la conversa política se mandaba alguna referencia a personajes como el poeta Andrés Sabella o el célebre crítico Alone. Lo que es ser leído.
Yo fui un joven guillierista, cuando él era director de prensa de Chilevisión y conducía el noticiero central. Fue un momento muy especial cuando al cerrar una edición mostró un ejemplar de NO! (Ediciones del Temple, 2001), el primer libro de mi amigo Héctor Hernández Montecinos. Un poco de la poesía novísima chilena del siglo XXI colándose indirectamente en la caja bizarra.
Yo fui un joven guillierista, cuando lo vi presentando un libro de Fernando Villegas, compañero de panel suyo en el mencionado TCERO, durante la FILSA 2003. Por ese tiempo Alejandro Guillier iba de entregar al que quisiera su tarjeta de presentación con el logo de CHV y su info de contacto. Sacando pecho.
Yo fui un joven guillierista, cuando veía puntualmente al personaje en el programa VÍA PÚBLICA, y volví a encontrarlo en la FILSA de 2009, presentando el libro de un escritor argentino, y compartiendo mesa con Rafael Araneda e Ignacio Garmendia. Por esos tiempos Guillier se sentía ninguneado en TVN, ya que lo mandaban a leer noticias por la tarde en Canal 24 Horas, y terminó yéndose de la estación con sede en Bellavista 0990.
Yo fui un joven guillierista, cuando seguía atentamente por La Red una serie documental como Chile se Moviliza, donde se abordaban los movimientos sociales locales como el de los mineros de Lota, lo de Aysén y otros episodios que han desnudado realidades crudas vividas en distintos lugares. Guillier era el narrador de un programa que fue un acierto mayúsculo.
Todo lo anterior no tiene por qué forzarme a apoyar a Alejandro Guillier, ahora que es el único que queda frente a Sebastián Piñera en la segunda vuelta de las Presidenciales. El que fue compañero en el set de Hora 20 de la mismísima Beatriz Sánchez me ha caído bien muchas veces, pero esta no es la elección de presidente de curso, ni mucho menos un concurso de popularidad con anticuchos y terremotos a destajo. Esto va en serio. Se juega el destino de una nación. Hay que tener cuidado. Varios termocéfalos han llegado a decir que si gana el barbudo este país va camino a un régimen socialista como en Cuba o Venezuela. Eso es un error. Si piensas de esa manera, eso significa que no has aprendido nada del pasado, que las lecciones de los tiempos de la Unidad Popular y del yugo con la Junta Militar y con Pinochet te entraron por un lado y te salieron por otro. Chile no va a salir tan fácil del neoliberalismo capitalista que a todos, ¡TODOS!, nos tiene agarrados del cogote, viviendo molestos. Gane Piñera o gane Guillier, todo seguirá igual y habrá que quemar el circo, como dicen esas canciones que los Fiskales Ad-Hok entonaban durante los 90 de la transición. Lo más seguro es que el 17 de diciembre no marque del modo correcto, y me limitaré a usar el voto para alguna grafía distanciada del pene dibujable que no me agrada, o para una tercera alternativa inventada. No estoy pal hueveo de nadie, menos de quien se junta con lo peor: PS Inversiones y el Partido Corneta de Chile. En el fondo, como canta Vesta Lugg en "Contigo": Nunca fui de nadie, me cuesta ceder. Y ahora menos. Y lo mismo te digo cual Lady Gaga: Don´t call my name, don´t call my name, Alejandro...
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