17 octubre, 2017

PUNTEOS, LOOPS Y DEMASES: cuatro formas del miedo


LAS MAIRINAS
Ladrillo/Princesa
(Casa Zorrito/Quemasucabeza, 2017)

/CINEMÁTICA/ Guardo en un rincón de mi mesa una hoja de diario donde se habla de la fábrica de ladrillos Princesa, creada a fines de los cincuenta y vendida más adelante a Pizarreño; actualmente sufre una disminución en sus ventas, lo cual obligó a tomar la decisión de despedir a 50 empleados. ¿A pito de qué meter estos datos aparentemente fríos en una reseña como esta? Para darnos cuenta que de allí viene el título del segundo disco de un proyecto que mantiene en paralelo a Congelador (la banda de Rodrigo Santis, los fundadores de QSC) un músico con experiencia como Walter Roblero. La idea del ladrillo como punto de partida de una casa vieja que mantiene los signos del terror cotidiano se puede atisbar durante la media hora de este álbum, producción que no deja de fijarse en la hipnosis sónica de toda la vida, sostenida por la guitarra de Ramiro Durán, creando pasajes que justamente encuentran su inspiración en los clásicos del cine italiano terrorífico, con directores emblemáticos como Mario Bava o Dario Argento; es como lo que desde la vereda de la electrónica suelen hacer Vercetti Technicolor o Carpenter Brut. Roblero maneja con una destreza magnífica los largos minutajes: aquí sólo hay cuatro pistas que esparcen un polvillo contundente, algo que en medio de la noche corta el aire, lo va viciando, aunque con algunas señas de oxígeno, como el leve beat reggaetonero de "Ladrillo-Princesa" y el dream pop casi radiable de "Alguien", punto final para una obra no menor en el panorama musical chileno menos complaciente de este tiempo. Parafraseando a Sia Furler, cuatro formas del miedo que no se olvidan.

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