01 octubre, 2017

POR QUÉ APOYO A BEATRIZ SÁNCHEZ

Es sabido que en Estados Unidos la mayoría de los periódicos, cuando se acerca una elección presidencial, salvo excepciones como el USA Today, se mojan el potito, para decirlo en chileno, a la hora de decir a quién apoyan, lo cual no pone cortapisas a la cobertura neutral y panóptica del camino de cada candidato. En Chile eso no pasa directamente, y si ocurre es de manera indirecta: se lee between the lines, que diría Scott Weiland, o por cierto tono adoptado. Este blog es un espacio libre, patafísico y representa solamente los intereses diversos y hasta contradictorios de quien redacta en él, pero de todos modos es una tarea clave para mí contestar a la pregunta: ¿por quién vas a votar? Las Presidenciales de noviembre, o al menos la primera vuelta de ellas, son una oportunidad para ejercitar nuestro músculo eleccionario, para dejarnos de revolcar en la cama y aportar con nuestra marcación con grafito en el voto según lo que indica la norma. Para tratar de frenar a quienes se han enriquecido mientras tenían el sartén por el mango, fuese o no de teflón. Para no echarle ficha alguna a quienes creen en procesos políticos dictatoriales donde un pueblo está obligado en toda regla a llorar, a cortarse el pelo como su líder, a trabajar la tierra hasta desfallecer. Para no validar a ningún émulo vergonzante de Salvador Allende que hizo telefilmes y está casado con la misma tipa que animó la versión chilensis del Lip Sync Battle gringo. Para dejar en ridículo a un heredero del pinochetismo, a un lameculos de la "familia militar", un jeta antiaborto, contrario al progreso que significaría el matrimonio igualitario. Para no dejar como un hype a un sinvergüenza que quiso hacer hueona a la Asociación Chilena de Seguridad (ACHS) diciendo que su accidente en moto de nieve fue un "accidente laboral", pues tenía una reunión con pobladores, cosa que nunca nunca pasó (la portada del extinto Ají Verde se reía de manera notable de eso).

Dicho de otro modo, en la nueva fiesta de la democracia hay tres opciones respetables. Una es la de Carolina Goic, senadora de la Democracia Cristiana que me simpatiza desde que la vi en LA DIVINA COMIDA compartiendo con K3l Calderón y otros personajes. Otra, la del también senador Alejandro Guillier, recordado por haber conducido MEDIANOCHE (TVN) con Consuelo Saavedra (esposa del candidato a senador Andrés Velasco -Ciudadanos-), y por presentar la edición central de CHILEVISIÓN NOTICIAS (una vez nombró un libro de mi amigazo Héctor Hernández Montecinos al finalizar su entrega); tal vez su potencial mandato sería la continuación del errático second coming de Michelle Bachelet Jeria, con la intención de corregir los ponchazos, pero hay algo en él que invita al respeto. Pero la verdadera primera opción, esa que merecería incluso ganar directamente en noviembre 19 con más de un 70%, para que así en diciembre sólo nos preocupemos de: Arcade Fire; conmemorar las muertes de Lennon, Dimebag Darrell y Mary Hansen; los regalos; las listas de Pitchfork y Super 45; y el veredicto de MALDITA MODA sobre los mejores y peores vestidos del año, es la de una mujer que ha dejado, al decir de Joaquín Sabina, su sello de autora en el periodismo radial y televisivo, compartiendo con gente como Matías del Río, Fernando Paulsen o Verónica Franco (en el desaparecido Hora 20, noticiero central de La Red que se la jugó por poner a dos mujeres como conductoras). Hablo de Beatriz Sánchez. OK, ante lo que Daniela Bonvallet decía sobre que ella supuestamente dijo algo irrespetuoso sobre la muerte de su padre, el mejor comunicador que esta patria tuvo en su historia, no me pondré a machacar nada. Lo que importa de aquí en adelante es apoyar firmemente a Beatriz, o la Señora Bea, o la Reina como le decía el bueno de Nicolás Copano durante su paso por Radio La Clave (ah, le ponían "La Reina de Inglaterra" de Grupo de Expertos Solynieve, o el nuevo "Won´t get fooled again" (The Who) que J (Los Planetas) armaba con Manu Ferrón). En sus editoriales radiales Beatriz destilaba una credibilidad espléndida. Cuando decía que en el fondo Pinochet ganó igual, a pesar de que le doblamos la mano en el Plebiscito de 1988, pues muchas cosas que nos rigen nacieron en dictadura. Cuando encaraba a Chilevisión mismo por meterse en la intimidad de los presos para ganar rating. Cuando le plantaba cara a José Piñera por sus aberrantes explicaciones sobre el modelo de AFP que hay que tumbar (hoy se acaba el plebiscito no vinculante al respecto, se puede votar en determinados lugares o en un sitio web). Cuando remarcaba que tanta alharaca por la muñeca inflable de Fantuzzi en la reunión de ASEXMA (de que fue una provocación machistoide terrible lo fue, en eso estamos claros) no era nada al lado de la noticia de Alan Pena, un muchacho Asperger de 13 años asesinado a palos por sus "tíos", acusado de una violación que no se ha comprobado (La Tercera hizo un reportaje a fondo sobre eso). Van a salir los conservadores "pro-vida" a atacarla por defender el aborto, y por haber dicho en una entrevista que pensó en abortar ese hijo que al día de hoy es un hombre, seguramente más alto y más fuerte que ella, como dice la canción del llanero Franco de Vita. Las contradicciones existen, incluso en una mujer que quiere demostrarle al país que la política tiene emocionalidad, que puede ser con llorar. Ella merece ser, ella y nadie más, La Verdadera Presidenta de Todos Los Chilenos. Para eso el Frente Amplio, que no vamos a discutir si es una copia o no del Podemos español (eso de lo dejamos a Eugenio Tironi), debe estar más unido que nunca. Revolución Democrática, el Partido Humanista, el Partido Liberal de Milosevic y otros partidos o pequeños movimientos tienen que unir sus fuerzas, fuera del atado de Giorgio Jackson (se comportó igual que Girardi) con Alberto Mayol. Qué importa que Eduardo Artés, candidato de la Unión Patriótica (UPA), presidente del club de fans de Kim Jong Un, diga que el Frente Amplio es la "Nueva Mayoría 2.0", y que el discurso de Beatriz es amorfo (para amorfos, ponte Canal 13 y verás a Aldo Rómulo Schiappacasse). En noviembre la gente debe abrir los ojos y tener claro que se pueden derribar los cuestionamientos, incluidas las voces idiotas que piensen que un Gobierno de Beatriz sería un émulo de la Cuba castrista o la Venezuela madurista (que ya no chavista, el chavismo se acabó con Chávez). No me escondo. Estoy seguro de lo que hago. Nada de arriba los corazones. Los tiempos mejores no sólo deben incluir el crecimiento de la economía y del empleo, sino que tambíén del fortalecimiento cultural, espiritual y recreativo. Esto es lo que quiero decir. Y no digo más. ¡QUE SE VEA, QUE SE SIENTA, BEA SÁNCHEZ PRESIDENTA!

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