Del arroyo principal que cruza este pueblo
en vez de agua pura y cristalina
flotan restos de mugre que no valdría la pena narrar:
trozos de objetos que el mundo cruel hizo
originalmente para ser adorados y puestos
en pedestales estantes o mesas de lugares particulares
y sin embargo yacen en el cada vez más espeso arroyo
del cual bebíamos agua en otro tiempo
o sacábamos fuerza para alimentar al verdor.
Si todo sigue como va todo lo que flota en el arroyo
acabará construyendo otro lugar en este pueblo
que se comerá vorazmente todo lo que amamos
pero para ese entonces nos habremos marchado
sin conseguir algo que se parezca
al arroyo que nos vio nacer.
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