01 abril, 2014

INFOLIOS DE ESTE TIEMPO Y OTROS: apuntes sobre La Tierra Baldía de T.S. Eliot

Me pongo de pie cual Pedro Carcuro para encargarme de escribir sobre uno de los poetas más sobresalientes en lengua inglesa y a nivel mundial. Hablo de Thomas Stearns Eliot, o T.S. Eliot para abreviar, nacido en St. Louis, Missouri el año 1888. Posteriormente dejó Estados Unidos para radicarse en Inglaterra, nación donde falleció en 1965. El Premio Nobel de Literatura le fue concedido en 1948 (tres años después que nuestra Gabriela Mistral, cosa no menor). Una de las obras cumbres de Eliot es el célebre poema largo LA TIERRA BALDÍA (Boni and Liveright, 1922; Sol90, Colección Premios Nobel, 2003, traducción y notas de Juan Malpartida Ortega), texto de desarrollo complejo cuyo tema medular es la existencia misma del hombre contemporáneo enfrentada a ciertos mitos precedentes y a su inevitable decadencia. Un volumen cuya edición príncipe apareció en Nueva York, gracias a la iniciativa del editor Horace Liveright, y tiempo después una editorial británica se la jugó por reprensarlo.

LA TIERRA BALDÍA, o The Waste Land en su lengua original, se divide en 5 partes: I) El Entierro de los Muertos (The Burial of the Dead), II) Una Partida de Ajedrez (A Game of Chess), III) El Sermón del Fuego (The Fire Sermon), IV) Muerte por Agua (Death by Water) y V) Lo que Dijo el Trueno (What the Thunder Said). Enfrentarse al poema así como así, sin tener una base lectora estimable, es algo que no se recomienda para nada. Porque T.S. Eliot cruza durante el texto referencias muy variadas y en distintos idiomas: a la Santa Biblia, a la cultura de la Antigua India, a las historias del Imperio Romano o de la Antigua Grecia, a Charles Baudelaire (el hypocrite lecteur! -mon semblable, mon frére!, verso final en el prólogo de LAS FLORES DEL MAL, ídem en The Burial...), a Dante Alighieri... Así aborda contemplaciones melancólicas, momentos de existencialismo amargo, giros hacia un lenguaje más cotidiano y dialógico e inclusiones de voces femeninas desesperadas. El comienzo de The Waste Land es sin duda memorable: April is the cruellest month, breeding/Lilacs out of the dead land, mixing/Memory and desire, stirring/Dull roots with Spring rain (Abril es el mes más cruel, hace brotar/Lilas en tierra muerta, mezcla/Memoria y deseo, remueve/Lentas raíces con lluvia primaveral). Raíces ante las cuales la perplejidad duele: Son of man,/You cannot say, or guess, for you know only/A heap of broken images, where the sun beats (Hijo de hombre,/No lo puedes decir, ni adivinar, pues sólo conoces/Un manojo de imágenes rotas en las que el sol golpea). Incluso cabe la visión de la muerte como instancia confortable en Death by Water, la sección más breve del poema: 10 versos en que se recuerda a Phlebas el Fenicio y su destino, arrastrado por las olas del mar. Eliot pudo rematar su faena allí, pero prefirió agregar los versos de What the Thunder Said y sus reminiscencias hindúes. These fragments I have shored against my ruins (Estos fragmentos he orillado contra mi ruina), sentencia el hablante rendido, ¿o es la voz de la humanidad entera ante las miserias que aumentan con el paso de los años? Juan Malpartida, el encargado de traducir esta edición ya aparecida en Círculo de Lectores el 2001, reconoce al inicio de sus notas quedar en deuda, y por lo mismo recomienda algunos otros libros cuyo contenido puede entroncar con LA TIERRA BALDÍA. O sea, hasta los más cultos pueden quedar pillos al tratar de asimilar los versos de esta obra inmortal.

http://es.wikipedia.org/wiki/La_tierra_baldía
www.madrid.org/fo/2010/es/prensa/pdf/poema_the_waste_land.pdf


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