PUNTEOS, LOOPS Y DEMASES: La Big Rabia, zarandeo impetuoso

Si ya hubo una campanada de alerta que diera cuenta de La Big Rabia, ésa fue el EP La Bestia (2011), cinco canciones para libre descarga, aumentadas a ocho en un CD limitado que alcanzaba la duración de un mini-LP (entre esas tres de yapa, la notable "Nos gusta que sea así"). La reconfirmación llega con CONGO ZANDOR (Algo, 2012). Y quienes lo despachan son el histórico batero Iván Molina (miembro de Emociones Clandestinas) y el cantante y guitarrista Sebastián Orellana, que aunque llegue como la enésima encarnación de algo que se ha vuelto casi un cliché en el rocanrol del siglo XXI, léase el formato de dúo avasallador (piensen en The White Stripes, The Kills, Two Gallants, No Age, The Black Keys...), logran cautivar con sus arrebatos eléctricos desde el principio, tensando las seis cuerdas y amplificando el sonido del micrófono para que los alaridos no se queden a medio gas. Como declaración de intenciones tenemos la introducción (digna de un concierto) y esa "Somos dos!" Más zarandeo hay en "El azote de Dios" o "La gran rabia". Y la vertiente menos alterada fluye en "Marfil", "Bolero" y la brillante "Tus ojos negros". De ese modo, La Big Rabia encajan muy bien en el catálogo de Algo Records, al lado de los fundacionales Guiso y Perrosky; y da la casualidad, mire usted, que acá colaboran Alejandro Gómez (quien presenta al dúo en la intro) y Bernardita Martínez (contrabajo en "Marfil"). También se reporta Felicia Morales, cello en la ya nombrada "Marfil" (ella es la secundaria más polifuncional de la escena nuestra; la hemos visto apoyando a Gepe, Fakuta e incluso Mon Laferte). Orellana y Molina nos sacan a pasear por un terreno impetuoso, doloroso, sentimental y convencido de sus propios yerros. Si Rolando Ramos hubiera retomado la Ruta 66, fijo que los programaba.