PAPELERÍA (o poesía): Dibujitos en la ventana trasera de un Chevrolet Aveo

Yo no quise dibujar tal cosa en esa ventana de tu auto.
Más bien quería hacerlo en una parte de tu cuerpo firme,
pero tus intenciones iban por un costado donde
no sabría qué decirte ni cómo escucharte
en medio de los balcones bien medidos
o de las rejas estilo imperial
que ordenaron poner los funcionarios municipales.
Querías que supiera traducir los signos truncos
a tu jerga del debe y haber
pero para esas horas muertas
yo volvía a encerrarme en mi carne de perro hambriento.
Mientras sigo dibujando
con la debida complicidad del polvo
pienso en preguntarte:
¿estás segura que ya no sientes hambre por otra cosa?