El momento de vernos las caras. La idea es de Ignacio Franzani, moderador de esta charla presenciada en la Sala Pedro Prado de la Estación Mapocho, actividad ocurrida durante la Feria Pulsar 2013, la cual no puede ser más lúcida y pasional a la vez, haciendo hincapié en la devoción especial que en este lado del mundo se manifiesta por Rockdelux, revista musical cuyos sobrantes solían llegar con medio año de retraso (el descalabro de Distribuidora Alfa frenó la costumbre), pero que igual caían como agua bendita en las manos. Que Santi Carrillo, director editorial, bajara a Santiago de Chile y lo viera parecía algo imposible. Era jodidamente cierto: el propio Carrillo y Francesc Vaz, encargado de la dirección ejecutiva, pudieron vernos las caras por fin.
Viaje por las portadas. En los primeros minutos, una pantalla proyectaba todas y cada una de las portadas de RDL, desde su debut en noviembre 1984 (¡a punto de cumplir 30 años!). La curiosidad y la emoción se apoderan de quien observa las tapas, da lo mismo si son de números que tengo o no tengo. Menuda panorámica de tantos referentes: Bob Marley, David Bowie, The Cure, Prince, R.E.M., Ramones, Nacho Vegas, Tom Waits, Los Planetas, Quentin Tarantino, Madonna, Xiu Xiu, John Peel, Nick Cave, Dominique A, Oasis, Radiohead, Nina Hagen, Lou Reed, Sr. Chinarro, Wilco... Es para marearse dignamente.
En el principio... Rockdelux no nació de la nada. Primero que todo emergió como la continuación de Rock Espezial, donde Carrillo llegó a escribir por primera vez, así como Rock Espezial fue el relevo de Vibraciones, publicación setentera.
Pasando de ser una revista de pop y rock al uso a arriesgar la piel. Como nos decía el jefe Carrillo, RDL fue en sus primeros años un engendro concentrado en la oferta del pop y del rock de factura comercial (se le daba pelota incluso al heavy metal en boga). Avanzando hacia los 90 se reafirma una actitud jugada por un enfoque opinante bien salpimentado, un deseo de ir más allá que se tradujo en abrir sus páginas al jazz, al hip hop, a las bandas de sellos independientes, al flamenco, a la música africana, a la electrónica, a los experimentadores, a todo aquello que motivara a redactar artículos y reseñas que dejen una impronta. Lo cual se mantiene hasta el día de hoy.
¿Indie o no indie? ¿Es esa la cuestión? Santi también sacaba a colación eso que varios creen: que hace rato RDL es una revista muy inclinada a lo indie. Tiene ese espíritu, pero no lo es en su totalidad. Claro que no, porque de ningún modo habrían escrito en Revisión sobre Destiny´s Child o AC/DC, menos todavía reseñar discos de Calle 13, Lady Gaga, Beyoncé o Shakira, y tampoco poner el "Aserejé" de Las Ketchup como puesto 2º de las mejores canciones nacionales en 2002. El concepto indie está gastado y luce cada vez más vago.
Esbozo de trastiendas y entrevistados pesaditos. A lo largo de la historia, la revista barcelonesa de seguro guarda una serie de incidencias que cada colaborador conoce mejor, como que un entrevistado no llegue a la cita. O que toque un personaje con fama de pesadito. Algunos ejemplos expuestos en la Sala Pedro Prado apuntaban a Nick Cave, que incluso llegó a decir que estaba a puntito de retirarse de la música, lo cual menos mal no lo cumplió; o el más clásico, el recientemente fallecido Lou Reed (la portada de diciembre le corresponde, atención) con su rostro duro e impenetrable. Servidor incluso aportaba a los presentes otro elemento de esta clase: Jeff Tweedy, líder de Wilco, que un par de veces se enfadó con colaboradores erredeleístas, en 2006 y 2007.
Subproductos. Rockdelux tuvo en algún momento un par de publicaciones paralelas. Factory, que estuvo activa hasta 2000, era una revista con estética fanzinera, material en blanco y negro por dentro y artículos extensos donde cabían cosas que en la casa madre no entraban. Incluso llegó a venderse más que RDL misma. Dancedelux, por su lado, fue un anuario dedicado a las diversas ramas de la electrónica y afines, cuya aparición tenía relación con el archiconocido Sónar de Barcelona. Franzani mismo expuso dos números: el de 2001, donde aparecen Sonic Youth; y el de 2004, cuya tapa la ocupaba Prince. Al año siguiente, Dancedelux tuvo su despedida con la revisión de los mejores discos electrónicos de todos los tiempos.
¿Adictos a las listas? Algo muy distintivo en RDL son sus listas de fin de año, que cada enero relucen. Los números que se venden más que los de otros meses son los de resumen. Tanto a los que las estructuran como a los lectores les gustan, se nota la complicidad. Pero más jugado fue cuando en la edición 200 (octubre 2002) hicieron la de los 200 mejores discos internacionales del siglo XX, repasada por Franzani y Carrillo en sus primeros puestos, con la Velvet Underground arriba de todo. Tal revista está agotada al día de hoy.
Resistiendo en la era digital. Las cabezas que comandan tienen claro que aunque los contenidos en internet, sean de portales o blogs o lo que sea, se propaguen de manera devoradora, su revista no dejará de apostar por la edición en papel con CD de regalo, mal que mal siempre habrá lectores fieles dispuestos a pagar por ello, y no van a regalar su trabajo vulgarmente. La web, actualizada desde febrero 2011, tiene importancia como archivo de material de todas las épocas erredeleístas, agregando material exclusivo.
Quemasucabeza presente. Con la revista de octubre pasado se había regalado por primera vez un compilado de un sello latinoamericano, y chileno más encima. Se trataba de 15 AÑOS DE QUEMASUCABEZA, donde aparecen entre otros Gepe, Pedropiedra, Protistas, Diego Morales, Fakuta y Felicia Morales. Ignacio señalaba este hito de QSC en RDL como una feliz revancha, ya que la primera vez que un material de ese sello chilensis tuvo reseña en páginas erredeleístas fue un tanto frustrante: el CUATRO (2002) de Congelador (en la de febrero 2004) recibió varapalos.
Las entusiastas preguntas. Los presentes lanzaron sus interrogantes a Carrillo. Se cruzaban asuntos como el futuro de la música (que nadie lo puede predecir), el asunto de la música gratis en internet o, barriendo por casa, de los muchos colaboradores que ha tenido Rockdelux en sus casi 3 décadas a cuáles estima más Santi (me acordé de Half Nelson, Refree Fernández o Javier Blánquez). Ah, no faltó lo de Family, el tributo que RDL organizó a manera de disco en 2003 a ese efímero dúo y la influencia de ellos en el pop chileno actual, si pensamos en Javiera Mena o Dënver. Carrillo también ve con buenos ojos la ola fresca de nuestras melodías.
Adiós, gracias y hasta la próxima. No evité demostrar mi emoción verdadera ante Santi Carrillo por venir a comprobar cuánto mola RDL por aquí. Ojalá, como lo planteaba el moderador, se regularice todo para que Rockdelux tenga distribución regular en estas tierras, o por lo menos que se redistribuyan los números atrasaditos, así no perdemos la sana costumbre. Cuando bajaba, sentí dolorosamente que debía bajar al mundo real, donde Américo cerraba Pulsar sonando fuerte, muy fuerte, dándole a "Traicionera" o lo que tocara. GRACIAS POR VENIR, QUERIDO SANTI. ¡¡¡LARGA VIDA A ROCKDELUX!!!
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