PAPELERÍA (o poesía): Temporada de conejos

Salí a comprar verduras, y en medio del gentío
pude ver a una mujer cargando un conejo
como si fuera su bebé. Mientras ese animalito
alzaba sus orejas, ella vio con rigurosidad
que yo la veía con deseos de confiarle
mis más lúbricos deseos entre las ortigas
del lugar, vaya escote, vaya ojos de poca sorpresa,
vaya aparición profana -mejor no vaya mijo.
Puede que, sabiéndolo o no, haya visto a Alicia
pero sin reloj, o era Aminta tras cruzar
el aeropuerto, o sólo fue un espejismo a causa
del calor en ese instante
o un espejismo presente sólo en mi maginario
cubierto del semen que escapó de mí
durante el último sueño y sin menearlo.
Sea como sea, acabé
volviendo a casa
con tres conejos
que todavía no sé si criar como corresponde
o meter en la olla.