21 diciembre, 2010
MINIMALIAS Y MAXIMALIAS: el tomatazo a un chofer
Ocurrió hoy a media mañana, mientras viajaba en un bus 426 del Transantiago. Un joven se quejó de la brusca manera en que el chofer frenaba, primero puteándolo, y más tarde lanzándole un tomate que se le había caído a una señora, ubicada en un costado trasero de la micro. Al estar sentado en medio, fui testigo de la caída de ese tomate, y de la secuencia que se prolongó durante unos segundos con el diálogo áspero entre el pasajero y el operador, como le dicen. Afortunadamente, el tomate se salvó gracias a mi jugada: se lo devolví a la dama. Entiendo la molestia del hombre, ya que esas frenadas son cuanto menos desagradables, pero no corresponde agredir físicamente. Sólo putear ya estaba bien. A propósito: ayer me bajé de un bus en Avenida San Alberto Hurtado con 5 de Abril, y casi me caigo por la premura de mierda con que partió de nuevo el hijo de la gran que manejaba. Lindo el hueón.
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