17 agosto, 2010
MINIMALIAS Y MAXIMALIAS: acerca del meado de los gatos
No me cabe duda: tanto el excremento como la orina de un gato son lo peor. Mi experiencia con la caca felina se relaciona con una visita minúscula a la casa de una tía, durante febrero 2002; al lado de la cama que ocupé para dormir, sus cuchos hacían sus necesidades, dejándome irritado a más no poder. Y del pichí, ni hablemos: ayer estuvo meando uno cerca del techo que da hacia mi habitación, y eso hizo que cayera el líquido nefasto sobre mi antología Zig Zag de Vicente Huidobro, tomo muy querido por servidor, ya que destaca parte de sus versos en francés; de otro modo jamás me hubiera enganchado con "Tam" y el "Poème Funéraire" dedicado a Apollinaire (Dis-moi Guillaume/As-tu perdu la clef de l´infini...), por ejemplo. A la hora del RADIOTRANSMISOR (Sonar) decidí prender varas de incienso para eclipsar un poco el olorcito. Y creo que si la sensación prosigue, repetiré la operación. Gato mal parido...
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