PAPELERÍA (o poesía): Post romanticismo (aunque nos duela)

para Kathy C.

Decir te quiero, decir amor, no significa nada,
y menos si la agitación no puede prometernos la conciliación
de nuestras puntas rebeldes al ritmo de un tech-house
categórico. Gustavo Adolfo, Pablo, Silvio, me son insuficientes,
el cliché prefiero dárselo a las brasas de un mendigo
para ver qué es capaz de hacerle. ¿El amor después del amor? Mucho,
mucho después, vienen las verrugas que prefiero evitar,
los espasmos en forma de deudas. Por eso, mejor vayamos
a abrazarnos al puente más desolado, los cines y sus butacas
apestan a bombón, los helados que comerán otros amantes (o pololos)
saldrán con un pedazo de lija Norton o con un dedo,
quedémonos acá. Si me olvidas o me ves como anécdota simple
en esto, vete tranquila: yo no me olvido, pero no lloro ni me ahogo
porque la cuestión ha de terminar de algún modo, claramente.