12 enero, 2013

10 AÑOS DE TELERREALIDAD EN CHILE: 17. Esbozo de conclusión, si es que se puede hacer una conclusión coherente en esta volada

Llegando al final de esta mareante inmersión en ciertos pasajes de la telerrealidad, con Protagonistas de la Fama como hito inicial, quiero traer a colación (¡cómo, si estamos cerca de la hora de once, mameluco!) algo no menor. Los realities, que para ciertos estudiosos son la constante puesta en práctica de los postulados pop art de Andy Warhol, más que nada de la idea de tener 15 minutos de fama, y constituyen el género auténticamente televisivo de la televisión, valga la redundancia (porque los noticieros son la variante de los periódicos, las teleseries o telenovelas lo son a su vez de los viejos radioteatros y/o de los folletines por entregas, y las transmisiones deportivas tienen un parecido fundacional a las ídem radiales), también han servido como inspiración para creaciones artísticas. Como THE TRUMAN SHOW (1998), película dirigida por Peter Weir, donde el buenazo de Jim Carrey encarna a Truman Burbank, un hombre cuya existencia es un reality seguido por millones de espectadores, y él no lo sabe hasta que empieza a encontrarse con detalles anómalos, como ese foco que cae al principio. Parafraseando a Enrique Lihn, podría haberse llamado también Apología y Condenación de los Reality Shows. Hay que verla en lo posible tomándose una taza de Mococoa. Acá en Chile se intentó lo mismo, pero el resultado fue un bodriecillo llamado EL NOMINADO (2003), donde actuaba gente como Cristián de la Fuente, Francisca Merino y Gonzalo Feito; una de las películas chilenas más malas de todos los tiempos. En el ámbito literario, la belga de origen japonés Amélie Nothomb publicó en 2005 la novela ÁCIDO SULFÚRICO, que trata sobre Concentración, un reality ficticio que imita los campos de concentración nazi donde masacraban a los judíos, donde cada semana el público puede decidir a qué participante hay que ejecutar. Glups. No la he leído, pero el argumento no deja indiferente. Y en la música, como diría Jaime Muñoz en Radio Imagina, Attaque 77 tenían en ANTIHUMANO (2003) una canción como "Reality-Joe" (nótese el juego de palabras fonético), donde un tipo quiere entrar a una experiencia de ese tipo, con tal júbilo insano que grita ¡me cago en Dios!

Ahora, tratando de llegar a una conclusión, diré que es difícil, casi imposible, detener la bola de ejercicios exhibicionistas por la pantalla, mientras haya gente dispuesta a prestarse para buscar esa fama, y mientras la gente siga esos acontecimientos de forma directa o indirecta. Ver TV de forma no tan obsesiva es lo recomendable, y también estar alerta con las decisiones que uno toma con el control remoto, ver tele y cuestionar lo que uno ve, hacer cada uno su ejercicio opinológico cotidiano, aunque no llegue a tener un blog como quien firma. La naranja sigue siendo exprimida, y siempre pienso que los que más han sabido sacarle el juguito a nivel global han sido MTV y Canal 13 por estos pagos.

Cierro esta serie dedicando estos posteos a la gente del Colectivo Grietagarbo, usuarios del concepto "farándula experimental", responsables de la revista Fititui y de la Tabla Periódica de la Televisión Chilena, afiche que permanece en mi cuarto, entre la cama y el televisor; a Er Phantom, personaje que había creado un fanzine llamado Glamochanta, del que tengo un número donde pegotea recortes de cuando el primer MUNDOS OPUESTOS estaba al aire, aporte destartaladamente simpático; y a la señora Pamela Jiles, actual panelista de INTRUSOS (La Red), cuyo libro MALDITA FARÁNDULA. MAPA DEL FAMOSEO CHILENO (2007) es inspirador para varios momentos de esta revisión telerrealista. Sería todo. Ahora pueden apagar el plasma.

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