01 septiembre, 2012

INFOLIOS DE ESTE TIEMPO Y OTROS: Círculo Infinito, 10 años después

Me tomo la licencia para hablar de la antología CÍRCULO INFINITO (Al Margen, 2002), básicamente por dos motivos: 1) días atrás se cumplió una década de su lanzamiento, y 2) yo participé en esta recopilación (acerca de eso: a) erróneamente sale que nací en 1976, cuando en verdad llegué a este mundo en 1980; b) el grueso de los textos que incluí ha envejecido mal, lo juro; y c) la excepción en ese saco roto mío sigue siendo el soneto "Caída y fractura", o cómo el halalí de César Vallejo se incrustó en mí).

Este volumen de más de 200 páginas intentó dar cabida a propuestas escriturales de voces nuevas y diversas, las cuales en el inicio del siglo XXI no precisaban, y tal vez aún no lo requieren, un mote generacional, porque sus modos de apuntar al eterno palimpsesto hacen que la incertidumbre se fortalezca, revelando múltiples ángulos del amor y el odio, del dolor y el placer, de la lealtad y la traición, de la risa y el llanto, de la vida y la muerte en el fondo. Por un lado, el espejo trizado o retorcido que la poesia representa: allí juegan María José Fuentes, Raúl Azócar Becerra, Danai Corvalán, Roberto Yáñez Betancourt (surrealismo brillante con vistas a René Magritte, Vicente Huidobro e incluso Gonzalo Millán), Paula Ilabaca Núñez (con textos que más tarde conformarían Las Situaciones del Hastío, bloque inicial del libro COMPLETA (2003)), Max del Solar Zamora (dándole otra vuelta de tuerca a la antipoesia), la voz intensa de Héctor Hernández Montecinos (su "Padre nuestro" muy subrayable), la belleza expresiva de Lila Díaz Calderón y Rodrigo Rojas, la concisión de Edmundo Condon y la presencia póstuma de Francisco Rivas Donoso (hijo de Francisco Simón Rivas; algunos de sus versos incluidos tocaban el tema de la muerte, oh). Por el otro, la esfera narrativa con dos momentos destacables: el retrato tortuoso de una familia chilena durante la dictadura pinochetista que ofrece Gustavo Barrera Calderón bajo el título de "Lentejuelas sobre filete sangriento", y el momento pornoerótico carcajeante que es "¿Te sumas a la fiesta?" de la siempre abyecta Elizabeth Neira; los demás relatos son firmados por Raúl Morales, Patricia Rivera de la Cuadra, Víctor Kentin y Lino Solís de Ovando. CÍRCULO INFINITO tiene un prólogo de Soledad Fariña que busca más la exploración libre que el ladrillo conceptual al uso, y un epílogo donde Andrés Mancini y Carolina Herrera Valenzuela, gestores de Al Margen como proyecto editorial, cuentan cómo llegaron a dar con los autores que dan vida a un tomo que, 10 años después de su publicación, debería seguir valorándose. Porque el circulo escritural no se detiene ni por si acaso.

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