PUNTEOS, LOOPS Y DEMASES: el mejor paso de cebra (te lo cantan The Beatles)

Quienes sienten un afecto mayúsculo por The Beatles tienen otra excusa para celebrar: se cumplen 40 años, eso que al resto de su discografía le ha ocurrido también durante esta década, de ABBEY ROAD (Apple Records/Parlophone/EMI, 1969), producción que fue la última grabada por John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr, mas no la última en editarse. Antes de eso, se habían embarcado en la odisea fallida de Get Back, que ya con los Fab Four disueltos aparecería, ornamentada por Phil Spector, como su testamento: ese LET IT BE (1970) que a Paul le dio asco, ya que lo prefería sin sobreproducción (para su tranquilidad, en 2003 se publicó LET IT BE... NAKED, la versión sin arreglos del mismo disco).

Pero no nos olvidemos de la premisa inicial. Los maestros de Liverpool, para marcharse sonrientes, sacaron un LP que junta canciones sabiamente terminadas con ciertos esbozos aparentemente incompletos, esos pedacitos que conforman un medley apócrifo, sin atentar contra la integridad de lo que se esperaba de una obra beatlesca, por lo menos desde A HARD DAY´S NIGHT (1964), tercer capítulo y el álbum con el que los críticos empezaron a tomarlos en serio. Inicia esta caminata por el paso de cebra (carátula bellísima, con el detalle de Paul sin zapatos; en 2008 fue ácidamente parodiada por los posthardcoretas en llamas de United Nations) el tum tum tururum de "Come together": un mano a mano entre Lennon y McCartney, para pintar el retrato de un freaky proponiendo una alianza. "Something", la primera aportación de George, es una love song de las más inspiradas que se han escrito. Otra historia de un personaje extraño es "Maxwell´s silver hammer", con Paul liderando las voces, en torno a quien desde niño ataca con un martillo; los arreglos de piano y sintetizador dan más categoría a tal caramelo malicioso. El acercamiento frontal al blues llega vía "Oh! Darling": Macca pone su registro más aguardentoso en el coro, e implora que la chica le crea (dos tomas alternativas evoco: una pista con la sola voz de Paul, cerrada con un that´s right, darling!; y la otra, con John muy contento tras conseguir divorciarse de Cynthia, y Paul sin levantar la voz). Ringo Starr se matricula con el "Octopus´s Garden", aparentemente intrascendente, mas amablemente burbujeante. El segundo asedio al blues, más torcido, es "I want you (She´s so heavy)", que con su final casi interminable (si no fuera por el corte abrupto), de dinámica barnizada con ruido blanco, ¡anticipa las mareas venideras de cierto post rock! Luego, Harrison aparece otra vez, para las trazas positivas de "Here comes the sun". ¿Y si pusieran los Beatles una pieza de música docta al revés? Lo hicieron, y de esa maniobra peligrosa nació "Because", con los cuatro reglando juegos de voz que parecen creados en el cielo, aquel que por azul me hace llorar (así lo dicen). A continuación, el falso medley. Tal retahíla parte con un piano, y con Paul quejándose de sólo recibir papeleo en vez de plata, para para seguir con más coros casi celestiales y un riff harrisoniano ("You never give me your money"); más tarde se insiste en llamar al sol ("Sun King"), a punta de chamullar en italiano y portugués; John Winston se encarama en "Mean Mr. Mustard" para hablar de un viejo sucio, y comanda los ye-ye-yés de "Polythene pam", hasta que Paul espeta oh, look out!, y coloca la historia de amor entre un ex policía y una toplera de "She came in through the bathroom window". De ahí a volver con el pianito para el binomio "Golden slumbers"/"Carry that weight", y lanzar "The end", con ese lindo solo de Ringo y una estrofa reveladora: And in the end/the love you take/is equal to the love/you made. Se supone que el fin, emocionado, es ése. Pero, para no solemnizar tanto, Macca tira una cuña con su guitarrita, un "Her Majesty" simpaticón. ABBEY ROAD sin duda es el paso cebra más armónico del planeta. De a cuatro se camina mejor. Te lo cantan The Beatles.