FRANCISCA VALENZUELA
La Fortaleza
(Sony Music, 2020)
/POP/ La gracia de dedicarse a hacer crítica musical radica en ser testigo de los pasos de cada grupo o solista, más todavía si son compatriotas. Y en el caso de la señorita Francisca Valenzuela la tarea ha resultado reconfortante. A la nacida en San Francisco, California la conocimos como una chica al piano, apañada por los hermanos Durán (Los Bunkers, Lanza Internacional) en un debut de ínfulas rockeras y desgarradas como MUÉRDETE LA LENGUA (2007), disco notable; que Rafa Araneda la presentara como la princesa del rock chileno en el Festival de Viña 2013 tenía sentido. Luego vendría BUEN SOLDADO (2011), capítulo de transición que cosechó opiniones divididas y dejó himnos de reafirmación como "Esta soy yo" o "Mujer modelo" (carne fresca, sí que sí, de publicidad televisiva). TAJO ABIERTO (2014) ya era un paso mayor, una obra anclada en las contorsiones del pop sintético renovado, y allí Dave Sitek (TV on The Radio) jugó un rol fundamental produciendo algunas tracas como "Catedral", "Siempre eres tú" o ese bocado de rock para hipsters que es "Almost superstars". ¿Y ahora qué? Francisca se deja convencer por la telaraña de un sello grande, pero sin dejar de ser ella misma, tal como le ocurrió a la Javiera Mena de ESPEJO (2018). Si pudo existir la sombra de una cierta presión en nuestra protagonista por superar TAJO ABIERTO, eso aquí ni se nota. Se ve y se escucha suelta, prolongando su camino, mostrándose al mismo tiempo vulnerable y empoderada en las letras de LA FORTALEZA. Ella, la misma que años ha declaraba no saber realmente si era tan chorita como las personajas de sus canciones, mantiene la choreza, o la chispeza cual Gary Medel, mordiendo con propiedad, con dulzura, con una hondura que la deja capaz de redactar una carta de amor al Chile de su jus sanguinis en "Al final del mundo", himno que se encuentra en la medianía del disco, con la colaboración de un Claudio Parra (Los Jaivas) cuyo piano se pierde un poco entre las bases electrónicas. Un pie levemente forzado. "Nunca quise herirte", la que abre, conecta esa entrada circa "Skyfall" de Adele con un lamento de autocrítica ante un amor fallido, estructurado sin una línea obvia y de una brevedad admirable. Otra fortaleza aquí pasa por coquetear sin desteñir al encontrarse con el reggaetón en "Héroe" (la parte bíblica -vengan a mí los que sufren...- pone los pelos de punta), con el trap en la muy sensual "Boca" y con el bubblegum bass en la insólitamente porno "Tómame" (imaginen a Peaches bajo la tutela de PC Music). También gana mucho al ofrecer canciones de amor arrebatado y feliz como "Flotando" (¿una nueva "Afortunada?"?) o esa "Ven a buscarlo", o al apuntar esos conflictos internos en "Ansiedad (Peleo con las sombras)" (esto pide a gritos un remix de Kygo o Martin Garrix). Pero la mejor jugada de Fran Valenzuela cosecha 2020 llega en "No te alcanzo", 4 minutos y medio de una balada de ruptura que en su belleza triste puede incluso superar aciertos anteriores como "Esta noche" o "En mi memoria". Gustavo Cerati cantaba en "Adiós": pones canciones tristes para sentirte mejor, y lo cierto es que "No te alcanzo" se puede ajustar a esa idea. Ya tenemos primer candidato serio a álbum nacional de 2020.
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