24 noviembre, 2018
MINIMALIAS Y MAXIMALIAS: Camila Vallejo y Karol Cariola llegaron con bandera mapuche a la alfombra roja del Copihue de Oro
De tanto y tanto ver la Gala del Festival de Viña y lo que fue Maldita Moda, ese engendro de Chilevisión que alguna vez debería regresar (le quedaría de perillas "Side effects" de los Chainsmokers como cortina), era inevitable ponerse en la tarde de ayer, con el tecito en la mesa, a observar el desfile de famosillos por la alfombra roja del Casino Sun Monticello de San Francisco de Mostazal, esperando la Gala de los premios Copihue de Oro, evento creado por el diario La Cuarta donde los lectores eligen vía un cupón a sus favoritos del año en distintas categorías. Se acercaban Kika Silva, Lisandra Silva, Daniela Aránguiz, Eugenia Lemos, Javiera Contador, Pancho Saavedra, Claudio Rodrigo Palma... El análisis de los looks se lo dejamos a otros, porque hay que destacar otra cosa. De pronto, sin que nadie lo imaginara, encontramos a dos diputadas representantes del Partido Comunista. Esas mismas en las que Ud. está pensando: Camila Vallejo y Karol Cariola. Llegaron con la bandera mapuche, pidiendo justicia por la muerte de Camilo Catrillanca, joven comunero que fue asesinado por la espalda y en la cabeza por un carabinero, durante un confuso incidente en el cual se pretendía repeler un asalto. Tal acción ha recibido un rechazo transversal, incluyendo esta infiltración más que valiosa en un evento aparentemente frívolo. Ya, hay voces que las demostan por militar en el PC y no ser consecuentes al ir a un lugar finolis. Ciertamente ellas deberían alejarse de esa izquierda ortodoxa que adora a Fidel, a Ortega, a Chávez, al cumpleañero Maduro, para unirse al Frente Amplio y seguir con su visión más moderniqui, pero ellas son ellas. Y quiero ver el punto bueno en esta jugada, recordando lo que ha dicho la diputada Pamela Jiles sobre ocupar las tribunas televisadas para hablar de política y de los dramas del pueblo chileno. Camila llevaba una polera de la fallecida Gladys Marín Millie, y Karol una de Pedro Lemebel. El plasma no tiene por qué ser una plasta idiotizante hoy, tiene que mutar más y más en un lugar para que el espectador piense y tenga una visión crítica, e incluso para que lea lo que le sucede a la industria. Esto último está en la naturaleza de todo intelectual orgánico que se precie de tal.
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