PAPELERÍA (o poesía): In memoriam Gonzalo cuando el viento

Parado en la roca del estremecimiento
que llega cuando una vida particularísima
deja de bombear tras
esparcir sus letras, aquí
pienso en Don Gonzalo, cuál otro
sino uno que respiró su aire
entre fatalidades y descubrimientos,
uno que ejercitó y probó la torcedura
de los elementos que suelen nominarse
hasta lo numinoso, uno que fue por
la tierra de la Tierra con el deseo
y la inquietud a más no poder, con
el poder del libro único que sólo
se escribe entre recuerdos templados
y experiencias torrenciales, al pie
del caballo de infancia o del río
que se afirma y se niega junto
al amor más aceitoso y lleno
de su alumbramiento.
Tersa la tabla
de no morir, a pesar
de lo que dicen el luto, el gusano del
que Anguita hablaba, la tierra
taxativa, en un abril
habitualmente cruel y frío, su vuelo
tendrá el alcance de la desnudez definitiva, esa
donde la herida no es peso muerto sino
seña ferviente. Con la boina al aire
lo tenemos fijo, recordando esa
impostura. Ahora toca hacer que
nuestro aire palabreado
sea también vivible
y no le falte azar ni voz. Lo vemos,
lo revemos, y lo veremos mejor
infinitamente.