INFOLIOS DE ESTE TIEMPO Y OTROS: Damaris Calderón, hacia el espejo cóncavo

Damaris Calderón es una poeta cubana que ha logrado residir durante mucho tiempo en Chile, territorio donde perfeccionó sus estudios universitarios, y que a la postre es su segunda patria, desde la cual ha prolongado sus inquietudes escriturales, las cuales delinean la existencia de obras como GUIJARROS (1994), SÍLABAS. ECCE HOMO (2000) o PARLOTEO DE SOMBRA (2004). La última entrega de esta oriunda de La Habana se llama RAYADOS EN EL MURO (Cuadro de Tiza, 2011), un brevísimo poemario (cerca de 30 páginas) cuya ilustración de portada también es suya, un cuadro llamado "Estrías". Ciertamente, el acto de ejercitar la pintura y sus posibles equivalencias con las pulsiones vitales, lleguen o no a ser violentas, es el tópico común de estos versos, donde no faltan las referencias a nombres claves: Velásquez, Caravaggio, Francis Bacon, Edward Hopper, René Magritte... Acá se cuestiona la típica sobrevaloración de las obras póstumas (El cuadro palpitante se convierte también/en otro muerto deseable), se busca la indagación erótica sobre el muro (Sodomizo el color./Soy sodomizada por él), se exige la empatía con los perros, se cuestionan los ideales de hermosura (Un espejo cóncavo/confrontando "las bellas imágenes"/produce el esperpento/distorsión/trizadura./(...)//Todos los rostros caminan/hacia su espejo cóncavo), se mira hacia los pasillos de la guerra, y unos pasos más allá por los de la muerte (se imagina a Whitman y Ginsberg como fiambres en un supermercado, o ciertos juegos chillones en un cementerio). Al punto que, cuando se rinden cuentas del desparramo de colores flamígeros, ya no queda Ninguna moral./Ninguna dubitación.//(...)//Vivir es un oficio cernícalo.//Y está obligado/el ojo/a ver/a ver/a ver. La lupa de Damaris observa intensamente y, valga insistir, está obligado nuestro ojo a re/crear sus posibilidades como espectador permanente, desmontarlas.