para Carolina Castro-Zamorano
Pronto veré esta ventana mancharse
no con pelusas ni con rastros de crema para el almuerzo; sólo
serán indicios de otros soles débiles.
La seguridad ya agoniza, hace que mis manos luzcan
como láminas en franca palidez. Y es cierto
que voy mordiéndomelas,
cortando esa fuerza de voluntad llevada en otros años.
Esto de arrastrar urde una línea que me recuerda la ropa sucia
que dejas en tus merodeos
indecibles por no decir otra cosa.
Desde ahora y hasta un cuándo borroso
me creeré ánima encarnada tocando el suelo cercano al estanque
y ese mármol frente al televisor
y la cuchillería brasileña que llegó hace años
mientras los dedos se duermen
endiablados no más
siguiendo el gemir múltiple
por corrientes de luz, bajo esa influencia tuya que crece
por no ceñirme tanto a tu abandono.
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1 comentario:
No sé si agradecer. No lo creo necesario. Creo forzoso, eso si, decir que me sujeto de las palabras y que son ellas, también, el abismo que me separa del mundo. Me unen y desunen. Al mundo y a las personas. Con las tuyas, estas de aquí, me acerco un poco a lo que eres que, si bien son letras, unidas forman tu nombre y alguna imagen que te materializa en mi cabeza. De verdad es bella esta canción o poema o montón de letras o un pedazo roto de papel.
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