19 abril, 2013

MINIMALIAS Y MAXIMALIAS: la destitución del Ministro Beyer y su contexto jodidamente complejo

Ya es un hecho consumado. Harald Beyer (pronúnciese "bayer", pero si quiere seguir diciéndole beyer no hay problema) ya fue destituido como Ministro de Educación, con el voto del Senado de la República como último varapalo, tras el de la Cámara de Diputados. Hablar del asunto es algo necesario para quien elabora día tras día este blog que camina hacia su octavo aniversario, siempre y cuando se haga sin ligereza.

En el oficialismo piñerista nos dicen que Harald fue el ministro que realmente hizo algo importante en el ítem educacional, porque ha sido el único que intentó fiscalizar el lucro en las universidades, en medio de las protestas masivas de un movimiento estudiantil donde han aparecido figuras de la talla de Camila Vallejo Dowling, Giorgio Jackson, Gabriel Boric, Noam Titelman o Eloísa González. OK, tuvo el tino de lograr que la Universidad del Mar fuera cerrada, eso lo vimos todos. Era su pega y listo. Pero eso no hace que debamos ver a Beyer como un salvador, como un Superman al uso, como un mártir metafórico. Porque, y esto ha sido conversado incluso en MENTIRAS VERDADERAS (La Red), este señor se hizo el tonto cuando aparecieron informes que hablaban de prácticas lucrativas infames en la Universidad Santo Tomás (sí, la del slogan Tú puedes, la de los avisos donde aparece la voz de Iván Loscher, locutor estrella de Radio Zero) y en la UNIACC. Si pasa por alto esas chanchadas, ¿de qué héroe me hablan? Que lo destituyan no es por bolas de dulce.

Ahora, que yo valore esta destitución NO significa para nada que yo pase por alto que la Concertación, bloque opositor que votó mayormente en contra de Beyer, no ha sido capaz durante los 20 jodidos años que gobernó (Patricio Aylwin Azócar, Eduardo Frei Ruiz-Tagle, Ricardo Lagos Escobar y Michelle Bachelet Jeria, los 4 mandatarios que estuvieron) de poner ojo en la mercantilización de la educación universitaria que ha quedado como un cacho para muchas familias que han debido pagar cuotas y más cuotas, con tal de ver a sus hijos titulados como profesionales de tomo y lomo. Estos administradores del sistema económico neoliberal delineado durante la dictadura de Augusto Pinochet Ugarte nunca iban a mojarse el potito por dar esa vuelta de tuerca que permitiera que la educación universitaria se librara del cochino baile de billetajas, de las maniobras de gente que mientras debe hacerse cargo de permitir el desarrollo de jóvenes esforzados se soba las manos con negocios inmobiliarios por detrás. Y peor aún, tal como pasó con los canallas de la U. del Mar, sacan tajadas para mantener casas con todos los lujos habidos y por haber.

Hay quienes piensan que este voto concertacionista contra Harald Beyer parece una venganza política alevosa, que había que botarlo como fuera. En uno de los tantos matices que tiene este asunto puede ser cierto. Tan cierto como que da vergüenza que, cuando presentaron el documento sobre la acusación, había errores que delataban el uso del copy/paste; el texto correspondía al mismo con que se acusó en su momento a Rodrigo Hinzpeter cuando era Ministro del Interior, conteniendo como único cambio el nombre de Harald Beyer. Burros de mierda.

Respecto a quién pudo dar la orden para desbancar a Beyer, Evelyn Matthei, Ministra del Trabajo, lo expresó a TELE 13 TARDE (menos mal que en ese contacto no volvió a echarle la foca a Carolina Urrejola): según ella fue la propia Michelle Bachelet. Aunque yo desconfíe de la misma mujer por la que voté en su momento, dudo que ella haya influido. Y a estas alturas del partido me importa un coco quién. Lo que me importa de una vez es que se considere a tutiplén lo que piden los muchachos que han marchado desde 2011. Que el derecho a ir a la universidad sea gratuito, al menos en las universidades públicas, y que las privadas destinen cada billete en las tareas correspondientes y no para alimentar la asquerosa codicia. Que no tengan que mandarse a cambiar a Argentina, donde sí hay universidades sin fines de lucro. Que la juventud tenga acceso al conocimiento sin tener que pagar cuotas crueles. Mientras se sigue buscando lo justo, a Beyer lo vemos caminar con los otros ministros del gabinete de Sebastián Piñera, aplaudido como si fuera un héroe de la patria, tratado entre algodones alguien que no podrá ejercer cargos públicos durante 5 años. Ocurre en un Chile donde sus políticos no dialogan, se gritan estérilmente. Cuánto tiempo más hemos de esperar para que se acabe con las injusticias que laceran a la educación. Cuesta encontrar una respuesta directa. Porque el futuro puede ser más doloroso que el presente. Porque no creo que Bachelet vaya a mover las piezas hacia algo mejor. Tampoco Golborne ni Allamand. La cagada es culpa de los dos lados.

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