ALGUNOS GARABATOS SOBRE EL GRAN TERREMOTO DE CHILE (o el brusco fin de las vacaciones)

Sí, podrían ser garabatos en la acepción de párrafos escritos, mi favorita, pero también en la de palabrotas ofensivas, más si me remonto al trasnoche de viernes/madrugada del sábado, donde sentí que la furia de la naturaleza fue muy lejos, y quería mandarla a la remierda. Uf. El último terremoto que uno recuerda, por haberlo vivido, era aquel de marzo 1985, no lo dudo. Casi 20 años después llega una sacudida que costará olvidarla, cuyo epicentro fue al borde sureño de la Zona Central.

EN EL BÍO-BÍO ES DONDE MÁS DUELE
(Y EN EL MAULE TAMBIÉN)

El registro es para caerse de espaldas: 8,6º en escala Mercalli, generados en las cercanías de Cauquenes. El grueso extendido de la Región del Bío-Bío, léase Concepción, Talcahuano, Chillán y alrededores, golpeados de manera violentísima. Puentes vehiculares fisurados. Un edificio cayendo inclemente. Y un maremoto posterior que inundó lugares como el famoso Gimnasio La Tortuga. Cuesta aceptarlo: la misma tierra donde nacieron grandes talentos como Álvaro Henríquez y Javier Bello, azotada por un sismo feroz, castigada sin motivo. Cosas de esas fuerzas que el humano no puede controlar. Esa destrucción fue idéntica para el Maule, otra zona muy querible de Chile; uno de sus dramas puntuales viene a ser la potencial escasez de gasolina.

SANTIAGO Y SUS PAREDES SOLTANDO POLVO

En la Gran Capital, lo más problemático ha sido la ausencia de agua potable y energía eléctrica en comunas como Independencia, Recoleta o Buin, por lapsos alargados. Por lo que pude apreciar, Santiago Centro logró volver a tener luz más pronto. En el sector Punta de Diamante de Quinta Normal, durante la mañana del domingo se reestableció por completo el suministro. En otros puntos como Macul hubo roturas de matrices de agua. Al caminar por distintas vías, nuevamente el tópico de las viejas casas de adobe que no resisten más se destaca. Un material como ese se ha utilizado en Chile hace más de 100 años, y en eventos de esta magnitud (no lo sabré yo, mmh) suelta su polvo pesado y oscuro. Pienso en el estacionamiento de una estación Shell en Matucana, en la fachada de un local de La Caserita, en un restorán de San Pablo, en almacenes cerca de Manuel Rodríguez, en casas y más casas humildes que costará rehacer. Es triste mirar, pero hay que hacerlo. Peor sería taparse con diario.

ESO NO SE HACE, NO SE HACE ESO

Otro aspecto que causa indigestión en esto: los saqueos a supermercados y locales varios en Concepción misma, o en algunas partes de Santiago. Puedo ponerme en los zapatos de gente muy empobrecida que, presa de una desesperación total, se mete a buscar alimentos para sobrellevar los días venideros. Un kilo de azúcar, un paquete de fideos, un litro de aceite... Lo que no estoy dispuesto a avalar es esa imbecilidad flaite de robar televisores, de sacar lavadoras, de destrozar cajeros automáticos. Eso es no tener conciencia. Y de pasadita nos dejan mal ante el resto del orbe, para que vuelvan a decir: CHILE, PAÍS DE LADRONES... Por culpa de aquellos sacos de huevas, la alcaldesa Van Rysselberghe decretó toque de queda en los últimos días. Muy revelador a ese respecto es la nota que hizo Amaro Gómez-Pablos, en vivo desde Conce para TVN, mostrando esos actos de barbarismo pelotudo (¡si el esposo de Amaya Forch se expuso a un guanaco y a las lacrimógenas!). Déjense de cagarla, ¿ya?

ASÍ VAN LAS DURAS CIFRAS

Hasta el momento se contabilizan, a lo largo de Chile, 795 MUERTOS y 19 DESAPARECIDOS, según la Oficina Nacional de Emergencia (ONEMI). Este terremoto queda como un cierre brusco de las vacaciones, y obligó a no realizar la última noche del Festival de Viña, y menos todavía los partidos del Apertura Petrobras de fútbol. Y la tevé hace un seguimiento alargado del desastre (como es habitual en mí, recomiendo informarse lo justo y necesario, no ver todo; el empacho lleva al hastío). CHILE DEBE SUPERAR ESTE GOLPE, VOLVER A LEVANTARSE, SACUDIRSE LA TIERRA, Y NO PENSAR SIQUIERA EN SAQUEAR. CON LOS PUÑOS FIRMES Y EL ALMA FORTALECIDA, ¡ECHEMOS A ANDAR RUMBO A NUESTRO BICENTENARIO!