05 septiembre, 2009

PUNTEOS, LOOPS Y DEMASES: Congelador, sobrevivientes para bien o para mal

Ahora que en la música chilena ya hay un panorama de artistas "independientes" más desarrollado, y que ha sido reconocido por ciertos críticos (pienso en David Ponce, por ejemplo), toca referirme a una banda que, a fines de los locos y nihilistas años noventa (¿o te parecen poco la postura de Kurt Cobain, las letras de Radiohead y el no estoy ni ahí del Chino Ríos?), se la jugó por elaborar su sonido desde la autogestión. Congelador fue concebido por los hermanos Santis (Rodrigo y Jorge) y Walter Roblero como, en un primer momento, una célula anclada en ese post rock a fuego lento, patentado por aquellos muchachos de Glasgow llamados Mogwai, y que hasta el día de hoy inspira a muchas otras formaciones, corriendo siempre el riesgo de gastarse y/o aburrir al no habituado. De esa vertiente congeladora, ICEBERG (Quemasucabeza, 2001) asomaba con 11 cortes grabados durante noviembre 2000. Como ejercicio de estilo no falla, al menos para quienes, allí me incluyo, no van a cansarse de la pátina postrockera; pienso en la partida etérea de "Glaciar", el extenso desarrollo del tema titular, la tensión percutiva en corto de "Geometría" y el magma ruidista presente en "(S)alud" como momentos conmovedores.

Más adelante, Congelador se reencaminó hacia un indie rock con letras, vertiente presente en CUATRO (2002), álbum que tuvo distribución en España vía Astro Discos, y donde aparecían como invitados Joe Costa y Rosario Bléfari; ya acordarse de aquel "Volar con Dios" vale la pena. En 2006 intentaron disolverse, tras dejar en punto muerto las sesiones de Cordillera, producción de la cual no se mostró nada, excepto "Comenzar de cero", canción rastreable en el sampler PANORAMA NEUTRAL (2005). El parelé duró hasta mediados del año pasado, y este nuevo comienzo llegó de la mano del, ahora sí, quinto disco del grupo: ABRIGO (Quemasucabeza, 2008), disponible como descarga gratuita en la web, y que tiene el plus de incorporar a Gepe como miembro, dándole a la batería igual que en los tiempos de Taller Dejao. En sólo 6 tracks pillamos una síntesis estupenda de todo eso que suele prefijarse como "indie" o "post". Lo detallo con manzanitas, o lo intento: el indie rock galopante ("Abrigo"), el pop bello y diáfano ("Pasajero"), el postismo tenso que admite una voz llegando placé (los doce minutos de "Suelo"), el folk espectral ("Bose", con el propio Gepe activando su garganta), el post hardcore breve que mira un poco a Steve Albini y a los Manta Ray terminales ("Tonificador", mi favorita), y una última pasada por el post rock con suplemento inicial de aislacionismo ("Normandía"), suman como ingredientes para una producción de factura sólida. Lo que estos próceres del indie nacional tenían que salvar, que no es poco.

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