05 diciembre, 2006

MINIMALIAS Y MAXIMALIAS: Armando Uribe en el Observatorio

Armando Uribe Arce presentó su último conjunto de textos el viernes pasado en un lugar del Barrio Lastarria llamado Observatorio, en cuyo primer piso hay una sucursal del Café Mosqueto; eso explica en parte el por qué de la presencia de Cristián Warnken como co-presentador (también estaba Juan Cristóbal Romero). Al llegar pude ver al mismo Warnken responder a alguien de TVN y su micrófono, y al poeta emprendiendo la subida por la escalera caracol que conduce al segundo piso, en donde estaba la sala habilitada. Cuando estaba en desarrollo todo esto, los que estábamos de pie nos apretujábamos ciertamente, y en la escalera ni hablar. En un momento tuve que salir para resolver otros asuntos, regresando de inmediato con bastante preocupación, la del que sabe que será juzgado por pasar entre la masa. Romero había terminado su parte. El hombre de UNA BELLEZA NUEVA arremetió con un speech entusiasta que incluyó citas a Pound (como lo hizo ante Raúl Zurita en televisión). Uribe no hizo lo típico, leer algunos textos de ese APOCALIPSIS APÓCRIFO; prefirió explayarse sobre la fe en Dios y más cosas así; me acuerdo de cuando narró la ocasión en que alguien le dijo que no se metiera en teología, pues es el camino más fácil para condenarse. El libro en cuestión inaugura una colección del Grupo Norma acá, y, según lo dicho allí, rompe con la tendencia epigramática de todos sus poemarios, tendiéndole un puente a la prosa como el mejor Rimbaud. El espacio tras el telón que nos daba la espalda fue cómplice para el cóctel: vino tinto, alfajorcillos, palmeritas, todo eso se hizo poco a mi modo de ver. Eli Neira se encontraba por allí, y no me ahorré de contarle que visito sus blogs. No faltó tampoco Javier Bello, fumando y riendo junto a algunos muchachones. Paulina Valente, sí, ella misma, apareció, lo que es pura emoción para quien escribe, bella y recién casada, presta para ver a su tío (lujo aquél: también es sobrina del difunto José Ángel Valente, lo cual no cualquiera lo cuenta). Y no se olvide, Juan, de hablar con Warnken. Eso hice, y cerca hacían la mesma cosa señoras y muchachos y Eduardo Peralta. Un gusto lo de ese día, antes de ponerse con la Teletón.

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