CRÓNICAS HERTZIANAS: Divertimento de a dos

Desde el año 2003, la fotógrafa María Gracia Subercaseaux (cómo olvidar sus autorretratos al desnudo) y el periodista Rodrigo Guendelman (búsquenlo en el suplemento Primera Fila de Las Últimas Noticias) suelen compartir un locutorio. Tras la ocasión en que la entrevistó, Guendelman le había comprado una de sus fotos. Tiempo después comenzaron a atender el Acid Bar, que en un principio se abocó a las temáticas relacionadas con el target de los treinta-y-tantos, pero en los siguientes años mostró más riqueza al agregar entrevistas. Actualmente, esta pareja hertziana sigue adelante, como dos buenos amigos que se juntan a compartir inquietudes, experiencias y placeres, en DIVERTIMENTO (Zero, lunes a viernes 19:30). Recordemos que la emisora que los acoge ha modificado su línea programática, partiendo por una parrilla musical más centrada en la electrónica (que ya estaba presente con anterioridad); y el espacio del que hablamos se cambió del mediodía a la franja vespertina, justo después de EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS, que presentan Carolina Urrejola e Ignacio Franzani. O sea, la fotógrafa y su partner vuelven a un horario que les resulta familiar, haciendo de su DIVERTIMENTO una cruza entre el ya referido Acid Bar y el Estado de Gracia que ella tuvo a su cargo, donde los datos suyos y los que proporciona cada invitado relucen distendidamente. Sé que hay ciertas gentuzas que han postulado que la presencia de María Gracia en Radio Zero genera rechazo, por olfato clasista (basta con recordar el siniestro juego que un imbécil hizo en un sitio web, reemplazando la C del apellido de la dama por las tres K del Ku Klux Klan; yo le echaría a los perros). Y sé que eso es una percepción equívoca; mientras ella continúe divirtiéndose y divirtiéndonos, tendrán que morderse la lengua. Que se recomiende el restorán de acá, o la galería de acullá, o el sastre fino, es una característica práctica, que no empaña los méritos de la hora que dura este espacio. Lady Subercaseaux y Mr. Guendelman están a un nivel entrañable, y divertirse con ellos es válido. Sólo me falta pedirle a ella que retome la costumbre de decir, tras cada canción, eso de estábamos oyendo, muletilla que era una delicia, ¿ya?