14 enero, 2006

MINIMALIAS Y MAXIMALIAS: en la Love Parade 2006

Ya ha pasado una semana de la realización de la Love Parade chilena. Estuve presente en ella, y lo mismo hice en la primera versión de 2005 para un evento masivo que se ha realizado por bastantes años en Berlín, Alemania, salvo los últimos años por falta de auspicios. Mi entusiasmo por esta cosa de moverse al ritmo de la electrónica es inocultable, así que partí hacia Alameda vía Metro. A diferencia de la Parade anterior en el Parque Forestal, en ésta se pusieron barreras, y unos cuantos Carabineros revisaron mochilas. A mí me tocó que una mujer lo hiciera. Apenas entré salió el camión con las señas de una marca cervecera, dejando ver a chicas con trajes blancos. Eran casi las dos de la tarde. Una tipa tiraba agua desde su botella plástica, yo hice lo mismo con la respuesta de su agua en mi oreja derecha, lo que no entorpeció mi ánimo. Pasaron los minutos frenéticos siguiendo a los otros camiones, las pasadas ante el chorro brutal de Aguas Andinas (me disparó como tres veces), y me fijaba en una malabarista con sus clavas también siguiendo el ritmo, en un tipo vestido de mimo tirando cartas, en lolitas con alas de mariposa, y se seguía saltando y más o menos. Los baños químicos y los lavaderos especiales colapsaban. Cuando paré para comer alguna cosa, lo hice en el porch de una casa cercana al Cine Arte Alameda, donde justo habían sánguches, agua, Red Bull; me serví uno de jamón c/ queso y tomate. A continuación, en el camión azul de El Mercurio vi a la famosa (y arreglada por el Doctor Vidal) DJ Elektra saludando a los que estábamos. Desde ese instante estaba claro que la masa humana crecía, los empujones metían su dosis de incomodidad, y por ahí algunos estúpidos tirando botellas y no sólo eso: volaban chalas, zapatillas. Como si eso tuviera alguna graciecita... En el camión de TVN se divisaba a doña Kathy Barriga, a Adriana Aguayo y por ahí a una que otra actriz de una teleserie llamada AMOR EN TIEMPO RECORD (cuyo aviso se desplegaba en el truck mismo). Creo que Zikuta era el dejota de ese espacio, y pienso que fue un momento muy disfrutable ése, ¡si puso a New Order, Chemical Brothers y unas remezclas de U2 y The White Stripes! Y alguien notó en mí esa voluntad rockera entre los beats, léase el gesto del cabeceo y la guitarrita imaginaria. Con los camiones paralizados, me corrí para ver qué más pasaba y en otro sector Kathy Drouillas se subía, y como no olvidamos su muestreo de tetas le gritamos, mientras otra nena aleonaba con el micrófono. La avenida principal de Santiago como una disco diurna y amigable a pesar de leves inconvenientes. Me gusta mucho eso. Algo me dice que Berlín ya no aplica, que la Parade, la única, seguirá sólo acá. Otro orgullo nacional tal vez se instale, estoy alucinando, viendo hueás..., ja. Antes de marchar estuve un ratito en el escenario principal, donde se encontraba Luke Santos, argentino que a pesar de ser minusválido sigue en este cuento de mezclar y se notaba. Las zapatillas mojadísimas, la challa como borra en los bordes de mis jeans, y una que me pedía agua entretanto. Pensé, citando a The Jam (el "That´s entertainment" versionado por Morrissey): eso es lo que consigues en el nombre de la entretención. Cuando salí, unos graciosillos tiraban ahora botellas de cerveza; me guarecí un poco para evitar ser alcanzado. Caminé por Lastarria, donde se realizaba un casamiento; afuera, un Ford T arreglado para la ocasión, los familiares tomándose fotos. Ese sábado delicioso sí que había amor. Y una botella de Johnnie Walker tirada cerca del Biógrafo. Eso sería.

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