05 enero, 2006

INFOLIOS DE ESTE TIEMPO Y OTROS: Diego Ramírez, baile y desolación generales

Diego Ramírez Gajardo lleva bastante tiempo puliendo su voz para hacernos saber del desencanto, de las noches que mientras ocultan más dejan ver, de su dolor, en fin. Para palparlo mejor hay que acercarse a EL BAILE DE LOS NIÑOS (Ediciones Del Temple, 2005), tomo publicado al final del año ya mencionado.

Está dividido en tres partes; lo unitario de la obra es innegable, y también que cada parte tiene su unidad reflejada en esa temática tan marginal, urbana y donde cabe la posibilidad de reconocer el deseo (ad libitum o el de que la Historia aprenda a bailar de una vez). A propósito de esto último pienso en el primer apartado, Baile General de Los Niños (escrito por Diego cuando formó parte de un taller donde se reescribía el CANTO GENERAL de Neruda, de allí las citas y las cursivas). En medio del baile tan mentado se percibe que Todos iban a ser algo pero terminan/lacios y pintarajeados/para los que intentamos aprender la poética de este baile. Y que entre tanta abundancia de más señas el niño mórbido/insecto/lejano/triste concluye así: (nomesientosoloenlanoche).

La segunda parte, Borradito del Cielo, se compone de dos poemas: el que titula el apartado y "Barbie". "Borradito..." es un texto fragmentado, que exhala esa tensión homoerótica digna de Puig, donde la condenación se cruza con el ardor, con la negación del amado, y allí surge por igual el cuestionamiento escritural de él: (Y QUIÉN TE VA A QUERER POETISA DEL FRACASO/QUIÉN TE VA A QUERER A TI EXTRAÑO RELINCHO DE PIERNAS LARGAS/QUIÉN TE VA A QUERER A TI HUÉRFANO DE LA PATRIA). Las Pequeñas Suicidas cierra el conjunto de manera más densa, y allí uno nota la presencia de lo autobiográfico en Diego (no daré más pistas para no sonar morboso), más otros enfoques generales a descubrir. Bello es leer en "He perdido tanto esta noche" cómo el hablante siente que: Alguna vez mi lengua también compartió con la belleza... Como si Rimbaud mismo nos hablara desde vaya a saber dónde. Leyendo todo esto se puede encontrar al baile y a la desolación como dos caras de una moneda real, muy real.

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