11 septiembre, 2011

MINIMALIAS Y MAXIMALIAS: 10 años del 11-9 neoyorquino (y otras cosas que tienen o no que ver)

Hace 10 años nos sorprendíamos: justo el día que recordamos el Golpe de Estado en Chile, Estados Unidos y su imperio se tienen que mamar su propio doloroso 11 de septiembre. Las Torres Gemelas (Twin Towers) de Nueva York son derribadas por aviones secuestrados por terroristas, dirigidos por la organización Al-Qaeda, cuyo jefe era el fallecido Osama Bin Laden.

Hace 10 años lo veíamos por la tele. Cuando en Canal 13 se emitían las imágenes, la conductora del matinal por esa época, Paulina Nin de Cardona, lanza una cuña que acierta medio a medio: ¡Es un atentado a la humanidad!

Hace 10 años se demostró que la seguridad de America, USA o como se le quiera llamar, pudo ser vulnerada por un bloody bastard que en algún momento fue ayudado por la nación de barras y estrellas, alguien que recibió una mano y acabó tomándose más allá del pie, atacando un sector de una ciudad emblemática para cualquiera. La que nunca duerme, Frank Sinatra dixit, en estado de shock.

Hace 10 años el diario La Cuarta logró publicar su mejor portada por lejos, en el día después. Sólo dos palabras sintetizando el golpe que impactó al mundo entero, no podía ser mejor dicho: ¡DIOS MÍO!

Hace 10 años yo estaba acudiendo a los talleres literarios de Balmaceda Arte Joven, y al día siguiente del atentado a NYC fui al acto de cierre de la temporada de invierno. Semanas más tarde entré a la temporada de primavera, como asistente regular del taller de la ensayista Rita Ferrer Cancino, una de las experiencias más hermosas que he tenido como pupilo literario (vi por primera vez a Pedro Lemebel en una tertulia, conoci a gente como Diego Ramírez Guajardo y Gladys González Solís...).

Hace 10 años tuvimos claro que la mano se vendría dura, con un George W. Bush buscando "armas de destrucción masiva" que nunca vimos, y mandando tropas a Irak para otra guerra de mierda, porque las guerras siempre lo serán, a menos que tu alma esté comprometida con el ataque indolente.

Hace 10 años que, y no sé si echarle la culpa al 11-S-2001, la mayoría de los noticieros de la televisión chilena (no me digan que no) han copiado de la CNN gringa aquella huincha de información instantánea, la cual no sé si les da más pedigrí o qué, o en verdad me da lo mismo; por años creí que ese elemento debía ser más propio de los canales informativos (importante: actualmente Chilito ya tiene su propio CNN, y TVN por su parte creó el Canal 24 Horas). José Miguel Villouta ya nos decía que las noticias son el último espacio de la TV local en venderse al rating. En mi vida común, hace rato que me propuse ver menos las noticias de la tele, porque: 1) la saturación con ciertos temas, sean hechos graves y/o de interés general (como pasa con el accidente del avión en que murió Felipín Camiroaga), puede causarme un hastío atroz; 2) el peligro de tragar contenido de relleno es constante; y 3) no quiero tener que mamarme publicidad que no necesito. Cuando más miro los telediarios es por el fútbol, o cuando me sorprenden con alguna cosilla musical, o con algún reportaje como los que MEGANOTICIAS suele cerrar su edición central. Además, no creo que vuelva a babear por una periodista conductora como lo hacía por Carola Urrejola, a menos que Andrea Obaid quiera colarse.

P.D.: ¡QUE OSAMA SE PUDRA EN LOS INFIERNOS!

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